Estos meses nos son agradecidos para practicar la jardinería. Al menos en nuestro clima. Un frío del demonio y un suelo congelado unos días y embarrado otros animan a recogerse en casa. Pero hay otras maneras más reposadas de practicar la jardinería. Estos son buenos meses para leer libros, subrayar obsesiones en catálogos de plantas y hacer listas, muchas listas. Listas de plantas cultivadas, de plantas por cultivar, de semillas a conseguir, de cosas por arreglar, de errores a evitar. Me gustan tanto las listas que hago listas de listas. La inevitable lista de cosas por hacer tiende de manera agobiante hacia el infinito, pero para enfrentarte a lo inabordable hay un truco: echar la vista atrás hacia lo abordado. A mí repasar lo ya hecho por un lado me anima y por otro me ayuda a poner algo de cordura en las expectativas de lo que está por venir. Ese vistazo a lo que fue el 2016 se puede resumir como sigue.
Invierno del 2016
Aromas toscanos.
Lo que hacemos en un jardín nunca se queda al margen nuestras inspiraciones más inmediatas, y pasar unas estupendas vacaciones en la Toscana tenía que dejar un poso. Así que arrancamos el invierno plantando una hilera de cipreses a ambos lados del camino de entrada. También plantamos una cuadrícula de 9 olivos con la que buscamos aportar algo de estructura e intencionalidad a una zona que cultivaremos como una pradera silvestre. A decir verdad lo de los olivos no se lo debemos tanto a la Toscana cono a Girona. Paseando por un camino que nace en la cala de Aiguablava nos topamos con un pequeño olivar abandonado en el que una densa pradera de gramíneas crecía entre olivos centenarios. Los paisajes más espectaculares siempre aparecen en los rincones más insospechados. Y ni una foto tengo. Es lo que tiene salir a pasear en chanclas y bañador.
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En nuestra Toscana particular el frío pega a base de bien |
Setos
Cuando nos compramos la parcela una de las cosas que más nos gustó es que fuera un pedazo de bosque perdido en medio de otros muchos pedazos de bosque. Un par de años después tuvimos que rendirnos a la evidencia de que necesitábamos una valla si queríamos plantar algo que durase más de dos meses antes de ser devorado. Vaya por delante que le agradecemos mucho a nuestra valla que nos proteja (relativamente) de los desmanes de corzos y jabalíes, pero es horrorosa. Su brillo galvanizado es una patada en el estómago. Por suerte en gran parte de la parcela la valla está escondida detrás de una espesa capa de robles rebollos (Quercus pyrenaica) pero en la zona del camino de entrada y al fondo de la parcela hay zonas dónde es muy visible. Hace años probamos a plantar un seto de tejos pero la cosa no ha funcionado. Los tejos están ahí, pero lo más optimista que podemos decir es que tenemos un seto bonsai. Hay que probar otras cosas, así que para cubrir un trozo de casi cuarenta metros de valla visibles desde la casa y el camino de entrada hemos optado por probar con especies más adaptadas a nuestro entorno. También hemos apostado por una configuración más silvestre que nos ayude a tener la sensación de que hay una transición fluida entre nuestro jardín y el monte que lo rodea. Así que en ese trozo de valla el pasado invierno plantamos una doble hilera a tresbolillo de endrinos (Prunus espinosa), majuelos (Crataegus Monogyna), avellanos (Corylus avellana), manzanos (Malus sylvestris) y almendros (Prunus dulcis). A estas alturas ya hemos visto que ha sido una cierto dar mayor peso a los endrinos y los majuelos que crecen silvestres por la zona, porque pese a los estragos iniciales de los conejos y a la fuerte sequía no se ha perdido ni uno. Algo que no podemos decir de los avellanos. Para cubrir las bajas en otoño plantamos algún guillomo (Amelanchier lamarckii), bonetero (Euonymus europaeus), cornicabra (Pistacea terebinthus) y árbol de las pelucas (Cotynus coggygria). Veremos en los próximos años si en la variedad de un seto silvestre tenemos más suerte que con la formalidad de un seto de tejos.
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A falta de buenos setos, las plantaciones de vivaces ocultan la valla en algunas zonas |
Primavera del 2016
Ya lo decía Estragón
Estragón definió a nuestra meseta como un país frío, áspero y pobre. Una alegría de hombre este griego, pero no le faltaba razón. Aquí si quieres cultivar algo tienes que mirar mucho al cielo. En palabras de Miguel Delibes si el cielo de Castilla es alto será porque lo habrán levantado los campesinos de tanto mirarlo. Hay que echarle mucha imaginación para cultivar algo en esta tierra. Durante milenios la imaginación nos dio para cereal y vid. Y en esta tierra de pan y vino algunos nos proponemos plantar flores. Para ello uno puede dejar de mirar un rato al cielo y empezar a mirar el contador del agua, pero después de unos años creo que la dictadura del contador del agua es todavía peor que los caprichos de nuestros meteoros. Así que me he propuesto no colocar ni un metro más de tubería de riego por goteo. No me queda otra que centrarme en el uso de especies resistentes a la sequía y experimentar con otras formas de cultivo. Durante la primavera pasada me lanzo en serio a experimentar con dos nuevas vías de cultivar vivaces y gramíneas:
Sembrando hierbas malas
A la entrada de la parcela dispongo de una zona salpicada de encinas que discurre entre mis plantaciones de vivaces y la cuadrícula de olivos que plantamos durante el invierno. Lo natural en esta zona es continuar con las plantaciones de vivaces, pero hacerlo de una manera clásica (plantar pequeñas plantas en maceta) me exigiría una importante inversión en plantas y la instalación de un sistema de riego que garantizase la supervivencia de la plantación durante los primeros años. Defiendo la teoría de que no hay planta más sostenible que la que ha nacido y enraizado desde una semilla en el propio terreno. Así que en este caso me dejo llevar por la inspiración del jardín de Tom Stuart-Smith y Nigel Dunnett en Valladolid, una maravilla de pradera conseguida principalmente mediante la siembra de una mezcla de semillas en condiciones tan duras como las mías. En mi caso opto por una mezcla de vivaces, anuales, gramíneas y plantas de abono verde. Las vivaces son el objetivo final. Las otras tres categorías están ahí para dar algo de vistosidad al asunto en el primer año y para crear cobertura a las vivaces que en este primer año pueden pasarlo muy mal en semejante terreno. En esta otra entrada di detalles sobre la mezcla de semillas que empleé:
Sembrando Hierbas Malas. Sobre esta mezcla algunos conocidos me previenen del uso de gramíneas demasiado invasivas, pero ha habido suerte y en este caso el libre albedrío de la naturaleza me favorece: no me pregunten por qué pero a finales de la primavera no hay ni rastro de las gramíneas. En este primer años destacan las anuales, especialmente los acianos (
Centaurea cyanus) que nos sorprenden con una floración que se extiende a lo largo de tres meses. Curiosamente es entre los olivos donde ha germinado una mayor concentración de vivaces, aunque durante este primer año su desarrollo es mínimo. Habrá que esperar al año que viene para comprobar el éxito o fracaso relativo de la siembra.
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A pfinales de la primavera anuales como la mostaza y las amapolas son lo único visible |
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Las centaureas vienen a suceder a las amapolas y la mostaza |
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Esta masa de Centaureas cyanus se mantuvo durante tres meses |
A lo Olivier Filippi
La otra zona de expansión natural de mis plantaciones de vivaces es en un área ya removida que no pude llegar a plantar el año pasado por falta de tiempo. Para esta zona de nuevo opto por una plantación sin riego. Voy a intentar seguir el proceso que indica Olivier Filippi en su libro el Jardín Sin Riego: plantar especies especialmente adaptadas a la sequía en un terreno cavado en profundidad y con un alcorque lo suficientemente grande como para poder hacer riegos profundos y espaciados durante los dos o tres primeros años. En la parte trasera de la casa hay un terraplén prácticamente vertical de unos cuatro metros de altura. Allí, en la primavera del 2014 planté una matriz de romeros (
Rosmarinus officinalis), salvias (
Salvia officinalis) y bocha (
Dorycnium pentaphyllum). 2 años después no podemos decir que aquello sea una maravilla, pero sí que todas las plantas han sobrevivo y crecido y que intermezcladas con las gramíneas y cardos silvestres que han nacido de manera espontánea dan algunos momentos primaverales interesantes. Pero lo más importante de esta plantación es que ha medrado en ausencia total de riego (la pendiente no lo permite) lo que me da la seguridad de que la filosofía de Olivier Filippi que es más permisiva que este experimento porque incide en regar bien los primeros años, es válida para mi parcela. Así, para esta nueva zona realizo una plantación de
Berberis ottawensis,
Berberis thunbergii,
Cistus albidus,
Cistus ladanifer,
Cistus laurifolius,
Cistus pulverulentus Sunset,
Cistus purpureus,
Cistus salvifolia,
Cytisus multiflorus,
Cytisus scoparius,
Euphorbia characias Wulfemii,
Festuca glauca,
Genista florida,
Genista lydia,
Helichrysum stoechas,
Helictotrichon sempervirens,
Retama sphaerocarpa,
Rosmarinus officinalis,
Santolina chamaeciparissus,
Schizachyrium scoparium 'Prairie Blues',
Senecio cineraria,
Spartium junceum y
Teucrium fruticams. Las tierras que nos rodean son montes de escobas, jaras, santolinas y tomillos, así que tenemos esperanza en el éxito de esta plantación
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Plantación de especies adaptadas a la sequía en terraplén sin riego |
Diseñando al fin
Y en fin, como decía Groucho Marx estos son mis principios y si no le gustan tengo otros. Así que haciendo gala de mi coherencia habitual al final de la primavera instalo un nuevo tramo de tubería de goteo y hago una nueva plantación de vivaces con plantas en maceta. Las plantaciones que he hecho hasta ahora se podrían decir que han acogido las plantas que han ido cayendo en mis manos: plantas obtenidas desde semilla, lo poco que he encontrado en viveros cercanos y un paquete de plantas que me regaló un buen paisajista. Así que mis jardines son un poco como esas ensaladas que haces cuando andas escaso de compra y te toca rebuscar en las estanterías del frigo para prepararte algo de cena. Pero para esta plantación me doy el gusto de tirar de receta y diseñar la variedad, concentración y ubicación de las especies. La mayoría de los ingredientes los compro en un vivero holandés del que hasta ahora tenía muy buena opinión (no me hagan hablar, que esto da para toda una entrada). Pero al fin la cosa sale bien y mi nueva plantación contiene: Allium sphaerocephalon, Baptisia australis, Cortaderia selloana, Eragrostis spectabilis, Festuca glauca, Helianthus tuberosus, Koeleria glauca, Leucanthemum x maximum Alaska, Miscanthus sinensis Malepartus, Origanum laevigatum herrenhausen, Phlomis russeliana, Sedum telephium 'Herbstfreude', Stachys byzantina, Stipa tenuissima.
Verano del 2016
El muro olímpico
Hablando con paisajistas sobre su trabajo es fácil oírles hablar sobre una fase inicial de creación de la estructura del jardín (muros, caminos, borduras y obras en general) que viene seguida de una segunda fase de plantaciones. Es lógico. O no si eres un aficionado sin demasiado tiempo y dinero y loco por plantar cosas. Esos somos nosotros. Y claro, ahora tenemos un jardín que no parece un jardín, porque le falta eso, estructura. Ay, lo mucho que puede cambiar una plantación de vivaces con una simple bordura. Así que ahora estamos dándole vueltas a la mejor forma de abordar una larga lista (una lista, claro) de caminos, setos, borduras y muros de contención. Por empezar por algún sitio este verano nos centramos en un nuevo muro que acote una zona en la que queremos tener una mesa de exterior en la que celebrar comidas y cenas (¿para qué quieres un jardín si no es para celebrar una barbacoa en condiciones?) Durante mucho tiempo le hemos dados infinidad de vueltas a cómo abordar ese dichoso muro hasta que un día echando un vistazo a unas fotos de los jardines de Waltham Place lo vimos con claridad: un muro de ladrillos castellanos de toda la vida. Queríamos ladrillos de color rojizo con un tono que no desentonase con la arcilla de la zona. Y que el muro quedase con sus imperfecciones, aspecto envejecido, no muy bien rematado... estaba claro que lo teníamos que hacer nosotros. Y lo hemos bordado. Todo son imperfecciones en ese muro. Parece que lleva ahí toda la vida. Lo de llamarlo olímpico no es porque sea colosal o soberbio, responde a un motivo mucho más prosaico: lo construimos con el sonido de fondo de los atletas en las olimpiadas de Río. Entre carretilla y carretilla de cemento una cervecita y a ver como otros sudaban, que ya lo decía mi sargento en la mili cada vez que paraba a tomarse uno de sus cincuenta descansos diarios: en todos los trabajos se fuma.
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Nuestro muro en plena construcción |
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A finales del verano compramos algunas macetas para vestir los muros de contención que ya teníamos |
Otoño del 2016
Haciendo de oveja
Durante todo el verano y el otoño me he preocupado de aprovechar un recurso que hasta ahora había desperdiciado: la recolección de semillas de mis vivaces y de las de otros. En el otoño llega el momento de usarlas en la zona de pradera. Nunca he realizado una siembra otoñal y ahora recuerdo por qué. Un año más la asfixiante sequía del verano se adentra en el otoño amenazando solaparse con el frío del invierno. Además hay otra complicación. Hay que decidir cómo actuar porque echar las semillas en esa losa de arcilla me parece tirarlas en todas las acepciones de la palabra. Y volver a arar el terreno no me gusta por el esfuerzo que implica y porque supondría eliminar las pocas vivaces que he conseguido con la siembra primaveral. Al final la solución me la da Dan Pearson en la entrada Making Meadows de su blog Dig Delve: "El uso invernal de los campos por parte del ganado empuja la semilla hacia el suelo y se convierte en la mejor forma de establecer las semillas, así que dejamos a las ovejas en los campos para que pisoteen el suelo y traigan algo de barro a la superficie. Esto se puede simular escarificando la pradera y pasando un rodillo después de la siembra, pero las ovejas hacen un mejor trabajo y mantienen la hierba corta durante el invierno". No tengo ovejas a mano así que opto por la opción de escarificar y hago una pasada superficial de la motoazada por la zona a sembrar. Suficiente para romper la costra superficial pero sin llegar a arrasar todas las plantas ya germinadas. Por cierto que Dan Pearson incide mucho en otras dos claves en su entrada: el uso de Rhinanthus minor, una especie parásita que reduce el vigor de las gramíneas y da una opción a las flores, y lo que él llama over-sow, que yo traduzco por "echar semillas con cojones". Lo del Rinanthus minor no lo necesito, mis hierbas ya son parasitadas por la arcilla y este clima de mierda. Lo del over-sow me apetece más, más vale que sobre que no que falte. Así que en primavera echaremos más semillas. Mientras en otoño he distribuido en la zona "ovejeada" por mi unos 500 gramos de la siguiente mezcla de semillas: Achillea filipendulina, Agrostemma githago, Anchusa azurea, Anthemis arvensis, Anthemis tinctoria, Centaurea cyanus, Chrysantemum segetum, Daucus carota Queen Anne's Lace, Echinacea pallida, Eryngium yuccifolium, Gaillardia aristata, Leucanthemum superbum, Papaver rhoeas, Ratibida columnifera, Salvia nemorosa, Salvia sclarea Turkestanica, Salvia verbenaca, Thapsia villosa.
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La de horas de trabajo que hay detrás de este puñado de semillas |
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Nueva plantación en otoño |
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Plantación arrancando el otoño |
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Esta plantación tiene su momento cumbre en otoño |
Y en fin, ya estamos de nuevo metidos en el invierno, aprovechando para plantar algún árbol a raíz desnuda, repartir compost en el huerto y segar las plantaciones de vivaces antes de que se nos eche encima la primavera. Y sobre todo disfrutamos de la falta de preocupaciones en un jardín dormido, que para el 2017 el cielo dirá.