El Fynbos es un paisaje de matorral esclerófilo propio de la región del Cabo en Sudáfrica. Lo de esclerófilo se traduce en que está formado por arbustos duros, ásperos, amigos de la sequía y de los incendios periódicos que los renuevan. El Fynbos es el equivalente a nuestra garriga mediterránea o al chaparral americano. Equivalente pero muy distinto. Vamos con una nociones de taxonomía botánica para entender por qué es tan distinto.
El reino vegetal se clasifica en torno a los conceptos de especie, género y familia. La especie tiene un nombre formado por dos palabras latinas (como curiosidad la primera debe empezar en mayúscula y la segunda en minúscula) y representa la categoría básica de clasificación. Por ejemplo, la encina es una especie que en botánica se denomina Quercus ilex. En realidad la especie no es el grano más fino, a su vez una especie puede tener subespecies o razas, nombradas añadiendo al nombre latino de la especie una tercera palabra latina conectada a las dos de la especie por una abreviatura que indica su rango. Para nuestra encina tenemos al menos Quercus ilex subsp. ilex (de hojas más grandes y lisas) y Quercus ilex subsp. ballota (de hojas con borde espinoso). Las subespecies por supuesto se hibridan, para liar más la cosa.
El genéro engloba a un conjunto de especies que son suficientemente próximas entre sí desde un punto de vista evolutivo (lo que suele querer decir que se parecen bastante o comparten caracteres comunes) y se nombra mediante la primera palabra latina de sus especies. Así la encina pertenece al género Quercus, igual que todas las especies de roble, que pueden parecernos en ocasiones muy distintos entre sí (de hecho el género Quercus se divide en subgeneros y secciones) pero que al final no dejarán de producir bellotas para mostrar que algo tienen que ver entre sí.
Ya es fácil deducir qué es la familia: un conjunto de géneros emparentados evolutivamente que se nombran con una sola palabra latina que lleva la terminación -aceae. El nombre de la familia, salvo en algunos casos en los que existen nombres tradicionales, se forma a partir del nombre de uno de los géneros que la forman. ¿Para nuestra encina?: las Fagaceae, que toma el nombre de uno de sus géneros, el Fagus, el género de la apreciada Haya. Las Fagaceae además engloba al ya mencionado Quercus, el Castanea que engloba distintas especies de castaño y otros seis géneros con especies mucho menos conocidos por estos lares. Tanto el Fagus como el Castanea engloban unas diez especies cada uno, no demasiadas. Y no es menos cierto que hay géneros que incluyen una sola especie (genéros monoespecíficos). Pero otros géneros pertenecientes a las Fagáceas contienen muchísimas más especies. Por ejemplo el asiático Lithocarpus contiene más de 300 especies, el Castanopsis, también asiático, unas 120 y nuestro querido Quercus, la friolera de alrededor de 500 especies de robles. Y no olvidemos que cada especie puede tener subespecies. Creo que esto vale para hacernos una idea de la complejidad y variedad que puede tener una Familia vegetal.
Sin perder esto de vista, podemos entrar en la fitogeografía, una disciplina que divide y clasifica la geografía en base a las especies que crecen en cada territorio. Conociendo lo de especie, género y familia, no es complicado: un Reino Floral es una zona geográfica que contiene un elevado número de familias exclusivas de su región, esto es, endémicas. Una Región Floral contiene un alto grado de géneros endémicos y una Provincia Floral un elevado número de especies endémicas. Como ya hemos visto la enorme variedad que puede contener una Familia, no es difícil extraer lo especial o grande que debe ser una región capaz de contener un alto grado de familias endémicas. Tanto es así, que el mundo se encuentra dividido en sólo seis reinos florales, que contienen en su conjunto 35 Regiones y 152 provincias.
Los Reinos Florales son:
- Reino Holártico: incluye casi toda Norteamérica, toda Europa, la región mediterránea de África y toda Asia al norte de una línea que va desde el sur de la Península del Sinaí hasta Taiwan atravesando el Himalaya.
- Reino Paleotrópico: contiene África y Asia, salvo las zonas incluidas en el Holártico. También incluye el norte de Nueva Zelanda.
- Reino Neotrópico: Centroamérica y Sudamérica (salvo el extremo sur de los Andes) además de las dos fajas costeras que atraviesan México y llegan al sur de California y Florida
- Reino Sudafricano: extremo meridional de Sudáfrica.
- Reino Australiano: Australia y Tasmania.
- Reino Antártico: el extremo sur de los Andes y Tierra del Fuego en Sudamérica, la mitad sur de la isla sur de Nueva Zelanda, la Antártida y las islas que la rodean.
¿Alguien se da cuenta del elemento discordante en la secuencia? Vamos a verlo en un mapa:
Sí, la mancha morada del pico sur de África es el reino Sudáfricano o Capense. ¿Cómo es posible que todos los reinos tengan la desmesura del hemisferio norte, o Sudamérica o Australia y uno de ellos se circunscriba a una minúscula región africana? Pues porque esta región del Cabo, en la punta sur de Sudáfrica, es muy especial en términos botánicos. Tan especial como para tener familias (recuérdese lo amplia que puede ser una familia) específicas suficiente para que los botánicos le otorguen la categoría de reino. En superficie la región es comparativamente minúscula, engloba menos del 0,5% de la superficie africana, pero en riqueza botánica es inmensa, posee en torno al 20% de la flora del continente. Unas 9.000 especies distintas de plantas, de las que el 69% son endémicas de la región. Y la mayoría asociadas al Fynbos, ese matorral modesto de clima mediterráneo amigo del fuego que esconde al ojo inexperto una biodiversidad excepcional. Unos cuantos kilómetros cuadrados de Fynbos pueden contener más variedad vegetal que países enteros, y además de especies que sólo encontramos allí. Puede resultar difícil de creer, pero este matorral que no llega a la altura de la rodilla, es más diverso que las selvas tropicales.
¿Y si tuviéramos que hacer un jardín en medio del Fynbos? Un ejemplo en la siguiente entrada, que esta ya empieza a ser excesiva incluso para un tostón como yo.