martes, 22 de abril de 2014

Acento Español en la Nueva Ola de Perennes III - Fernando Martos

Releyendo las dos primeras entradas de esta serie de tres, tengo la sensación de que he podido transmitir la idea de que un jardín de vivaces en nuestro clima exige inevitablemente grandes dosis de experimentación y de contención. Lo primero es indudable, porque la jardinería siempre será experimentación. Por mucho que sepamos de plantas, suelo, clima y composición, la jardinería es un arte cuya principal materia prima son seres vivos con un comportamiento teóricamente determinado por el entorno que en la práctica es impredecible hasta la desesperación. El comportamiento de las plantas debería estar determinado por cosas como el clima, el suelo y la exposición solar pero es impredecible por las infinitas combinaciones de estos elementos y de respuestas de las plantas a ellos. Un ejemplo. Este año tengo dos semilleros de tomates. Los dos semilleros los he sembrado con una diferencia de minutos, empleando las mismas semillas y el mismo sustrato. Los he situado en la misma ventana y los he regado exactamente igual. La única diferencia ha consistido en que un caso el soporte son alveolos de plástico y en el otro tiestos de turba. Resultado: las semillas sobre celdas de plástico han germinado una semana antes que las semillas sobre tiestos de turba. Es un ejemplo bastante simple e intrascendente, pero muy representativo como muestra de que factores que de entrada parecen despreciables pueden tener un impacto no tan despreciable. Llevado el ejemplo al altísimo número de elementos y combinaciones a tener en cuenta en un jardín, no es difícil concluir que la jardinería siempre será experimentación. La misma Beth Chatto define su Jardín de Grava, un icono de la jardinería moderna, como un "experimento hortícola". Great Dixter fue el experimento de toda una vida, la de Christopher Lloyd. Y recientemente Tony Spencer, en su blog The New Perennialist contaba como Piet Oudolf les animaba en un workshop sobre diseño de jardines a experimentar, comprobar lo que sucede y actuar cuando sea necesario. Los ejemplos son innumerables, porque en definitiva la jardinería siempre será experimentación y exploración, con enormes dosis de emoción y frustración que hay que saber digerir para no morir de éxito o desilusión.  
Pero respecto al segundo condicionante, la contención en los jardines de vivaces en nuestras mesetas castellanas, ¿es inevitable?, ¿estamos limitados por nuestro clima?, ¿no podemos permitirnos tener jardines de vivaces a la inglesa? Los paisajistas ingleses son la antítesis de la contención, son los maestros del arriate de color y del uso decorativo de las plantas, los magos de los jardines florales y de la aproximación pictórica a la jardinería. Jardines a la inglesa son exuberancia, son color, son cierto afán de coleccionismo, son arriates de combinaciones infinitas capaces de florecer durante meses. Son Gertrude Jekyll, Christopher Lloyd, Beth Chatto y Penelope Hobhouse. Y también Dan Pearson y Tom Stuart Smith. Y Jinny Blom y Sara Price... y Fernando Martos. La diferencia entre Fernando Martos y todos los anteriores es que Fernando no practica la jardinería en los Costwolds sino en sitios como Madrid, Estepa o Guadalajara. Y sí, sus jardines descartan la contención como requisito necesario por estos lares. 
Fernando es un joven paisajista español que después de estudiar en la escuela de jardinería y paisajismo Castillo de Batres amplio su formación trabajando como jardinero en Newby Hall, en Yorkshire. A su vuelta a España, enamorado de los jardines ingleses comenzó a experimentar en un jardín familiar cerca de Estepa, animado por el ejemplo de Beth Chatto y su jardinería con plantas resistentes a la sequía. Cuando se juntan formación, experiencia, pasión y ganas de experimentar los resultados suelen ser excelentes. Si además hay capacidad artística, esa esencia que o la tienes de manera innata o no hay nada que hacer, los resultados son los de Fernando. Cuando conocí las fotos de sus jardines, me provocaron un impacto similar al que sentí cuando vi por primera vez una foto de Mas de las Voltes. Aunque en este caso las fotos removían otras fibras sensibles, las del color, la exuberancia y el diseño floral. Las fibras reservadas al arriate inglés. Con la diferencia de que nunca fotos de un arriate inglés me habían generado esa emoción, la emoción de estar viendo un jardín inglés muy distinto a los jardines ingleses, algo nuevo y excitante. Di muchas vueltas a esas fotos, tratando de recordar cuándo había tenido esa sensación antes, hasta que en un rincón de mi cabeza se encendió un nombre: Torrecchia, de Dan Pearson. No es que encuentre demasiadas similitudes entre el jardín de Pearson y los jardines de Fernando Martos, pero a partir de ahí fue sencillo darme cuenta de cuál era el elemento que me llevaba a mirar una y otra vez esas fotos: la conjunción del diseño inglés con los paisajes castellanos, la superposición de elaboradas composiciones de vivaces sobre un fondo de montes de encinas, plantaciones de secano y cielos desmesurados. Y quizás sea esta misma conjunción, o el saber hacer de su autor lo que me deja algo desubicado, porque al mismo tiempo que digo que me parecen jardines ingleses, a momentos lo que viene a mi cabeza es algo muy distinto a los jardines ingleses, las referencias paisajistas que despiertan en mi se alejan de Inglaterra y cruzan medio mundo hasta llegar a California dejando por el camino el color y la exuberancia para centrarse en la elegancia y la calidez, en los diseños minimalistas y esculturales, en las líneas limpias y los balances geométricos y de color, en los espacios capaces de producir un impacto emocional de la manera más sutil, en los jardines de Ron Lutsko, Bernard Trainor o Andrea Cochran. Pero entonces Miguel a ver si te aclaras, ¿diseño inglés o californiano?. Pues ni lo uno ni lo otro, como en las dos entradas anteriores al fin jardinería española, jardinería que sí, que desde luego que enlaza con los grandes movimientos del paisajismo actual, pero que lo hace con una personalidad propia capaz de entregarnos jardines que nos hacen sentir conectados a nuestro espacio. La nueva ola de vivaces habla ya con acento español, hasta ahora en un susurro que de la mano de estos artistas esperemos que pronto llegue a ser un clamor. 



























5 comentarios:

  1. Igual de difícil es encontrar jardines de la nueva ola de perennes en la Península Ibérica, como artículos que hablen de paisajismo en español con la exquisitez con que tú los realizas. Esta muy bien leerse los artículos de Dan Pearson en The Guardian, pero igual de agradable es encontrarse con post como el tuyo que no tienen nada que envidiar a los del británico. Un saludo.

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    1. Muchísimas gracias por este comentario tan generoso José Luis.

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  2. Bien por Fernando y sus jardines. Que gozada y que alegría para los ojos pasearse entre uno de ellos !! Yo he tenido esa suerte y con impaciencia espero la próxima visita a uno de ellos. Ah Miguel ! también ya con impaciencia para leer tu próxima entrada que como dice Jose Luis son todo exquisitez ! Un saludo

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    1. Muchas gracias por el comentario Miguel. También espero tener alguna vez la oportunidad de visitar alguno de estos jardines porque sin duda debe ser un lujazo.
      Un saludo

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  3. Belíssimas imagens neste maravilhoso ambiente natural.
    Saludos desde Brazil

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