En su libro Principia Architectonica, Alberto Campo Baeza carga con ganas contra los jardines verticales y las cubiertas vegetales. Para él son un camuflaje que intenta inútilmente ocultar que Arquitectura y Naturaleza no son lo mismo, a costa de soluciones difíciles, caras y con problemas de mantenimiento. Entiendo el sentido de lo que dice, a mí personalmente los jardines verticales me parecen algo forzados, y creo que lo que en esencia este arquitecto quiere decir es que la arquitectura no necesita disfrazarse de otra cosa, que no es necesario justificar la arquitectura bajo la etiqueta de lo ecológico o sostenible porque eso es no entender que la arquitectura es artificial, es creación artística y no tiene por qué dejar de serlo, porque si es una arquitectura que merezca la pena será capaz de dialogar con la naturaleza sin tener qué esconderse detrás de ella. En definitiva creo que el argumento no difiere mucho del que yo he utilizado alguna vez para defender la jardinería como arte que no esté sometido exclusivamente a principios ecológicos. Ya saben, que aunque yo mismo hablo mucho de vivaces que no se nos vaya la mano, que hay otros estilos de jardinería que emplean otras herramientas igual de válidas, que no se nos olvide que la geometría es indispensable si queremos interpretar la naturaleza a través de la razón, o que no todas las exóticas serán tan malas. Por ahí vamos.
Pero en la contundencia de la crítica de este arquitecto, que a mí personalmente me encanta (si no por qué voy a estar leyendo su libro) encuentro que nos hemos ido al otro lado del extremismo. Me huele que detrás de la crítica subyace una imposición de la pureza de la arquitectura sobre las capacidades de la jardinería, y por ahí no paso. No creo que haya que cubrir las casas de vegetación de igual manera que tampoco creo que pase nada si lo hacemos en alguna ocasión con algún objetivo concreto. No me convencen los jardines verticales, pero disfruto como un enano cada vez que me acerco por el Paseo del Prado de Madrid con el que Patrick Blanc diseñó para el Caixa Forum. Un jardín vertical puede evocar de manera salvaje el dominio de la naturaleza, y las cubiertas vegetales pueden ser un instrumento insustituible para incrementar la calidad ambiental de nuestras ciudades. Campo Baeza se pregunta si no habrá tierra para plantar en el mundo. Pues depende. En términos absolutos sí, mucha, pero en términos relativos puede que no tanta. Una cubierta vegetal puede ser lo único que permita tener huertos a los habitantes de una ciudad desmesurada como Nueva York. Y las cubiertas vegetales pueden ser una manera estupenda de incrementar las zonas verdes de los gigantescos eriales de hormigón y asfalto en que hemos convertido a muchas de nuestras ciudades. Y esto de los desiertos me ha traído a la memoria que las cubiertas vegetales y los jardines verticales son algo que el ser humano ha perseguido desde los orígenes de las primeras civilizaciones. Para muestra tenemos los Jardines Colgantes de Babilonia, la única de las 7 maravillas del mundo antiguo para la que no se tiene certeza de su existencia, pero que sin duda fue un sueño que motivó a historiadores durante siglos. El historiador romano Quintus Curtius Rufus, coetáneo del emperador Tiberio Claudio Druso Nerón Germánico, y esto, y lo otro y lo de más allá, escribió una biografía de Alejandro Magno en la que describía estos jardines como sigue:
"En el palacio de Babilonia - una maravilla celebrada en narraciones griegas- están los jardines colgantes. Se encuentran en lo alto de la corona mural y resultan encantadores por las sombras de sus altísimos árboles. Los pilares que soportan toda la obra están erigidos en piedra natural y, sobre ellos, se ha instalado un pavimento de piedra labrada para la tierra que está situada encima, allá en lo alto, y para el agua que la mantiene húmeda. Y esta obra arquitectónica soporta árboles tan formidables que sus troncos llegan a alcanzar el grosor de 8 varas y se elevan en el cielo hasta 50 pies e incluso dan frutos, como si se alimentaran de tierra vegetal"
Dejando de lado que la descripción parece algo exagerada visto el tamaño de los árboles, ya se ve que el tema de las azoteas ajardinadas nos viene de antiguo. En cierta medida es lógico, el jardín siempre ha sido una búsqueda del paraíso por el hombre, y como tal paraíso desde la antigüedad los jardines respondieron al modelo de un espacio cerrado, un vergel acotado por altos muros a los que sólo tuvieran acceso los elegidos, un edén protegido del desierto y el caos exterior. ¿Y qué muros más altos puede haber que las paredes del edificio? ¿Qué mejor manera de aislarnos que colocando el jardín en las alturas de nuestras azoteas? ¿Qué mayor desierto que algunas de nuestras grises, metálicas y vidriosas ciudades?. Bueno, en fin, es una teoría como otra cualquiera. Pero hace unos días puede visitar un jardín espectacular en Polonia que me trajo a la cabeza muchas de estas cosas. El jardín es obra de la arquitecta Irena Bajerska y está situado sobre el tejado de la Biblioteca de la Universidad de Varsovia
En todos los sitios dónde hablan de este jardín señalan que tiene dos partes: el tejado sobre la cubierta del edificio de la Biblioteca, y otro jardín de paseo de corte romántico con estanques, riachuelos y esculturas a los pies del edificio. Y ambos están comunicados a través de una ancha rampa que asciende a las alturas. Pero yo diría que los jardines en realidad son tres, porque a estos dos añadiría el jardín vertical formado por todas las trepadoras que cuelgan desordenadamente de las paredes del edificio y que tratan de colonizar las pérgolas con aspecto de panel solar. Hay algo en estas trepadoras y muy especialmente en las vistas desde los verdosos ventanales y tragaluces de la azotea hacia los amplios espacios con libros del interior, que recuerda poderosamente a las imágenes de muchas películas apocalípticas que muestran ciudades retomadas por la naturaleza después de alguna catástrofe que no ha dejado títere con cabeza. El mundo por el que se pasean Bruce Willis y Brad Pitt en Doce Monos, para que me entiendan. El jardín sobre la cubierta del edificio, es una muestra magnífica de como sacar partido a un espacio feo e infrautilizado, que de mano de la jardinería se convierte en un espacio agradable sobre el que pasear disfrutando de las vistas a discreción. Sobre un conjunto de caminos y pasarelas que sortean los obstáculos de la azotea, puedes caminar sin levantar la vista del suelo disfrutando de la gran variedad de plantaciones (algo mustias ya en el otoño polaco que me tocó) o dejarte de botánica y centrarte en las estupendas vistas del Vístula y de la ciudad vieja. Y todo ello aderezado por el olor a café que debe emanar de algún respiradero de la cafetería de la biblioteca. El jardín en el techo está formado por cuatro jardines en los que se han realizado plantaciones con especies seleccionadas por destacar en un color determinado. Así hay un jardín dorado, un jardín plateado, un jardín púrpura y un jardín verde. Por desgracia en mi visita, el invierno se abría paso y las mayoría de plantaciones tenían un aspecto invernal en el que no aprecié ninguna diferenciación por color. Irena Bajerska también tuvo en cuenta en su diseño que las plantas seleccionadas deberían ser capaces de soportar las duras condiciones de sol, viento y frío del tejado de un edificio de Varsovia y la escasez de agua que puede haber en un sustrato que oscila entre los 20 y los 40 cm de grosor. Aún así muchas de las especies seleccionadas no han soportado las condiciones de un jardín que se cierra de Noviembre a Abril, lo que no me extraña visto el frío que hacía allí arriba a finales de Octubre. Vayan una fotos para terminar de llevar la contraria a Campo Baeza... o para darle la razón, que todo es cuestión de gustos.
Clematis tangutica |
Pinus mugo |
Clematis tangutica |
Sedum spectabile sobre un fondo de Juniperus. |
Sedum spectabile |
Cornus alba |
Fuentes: Principa Architectonica, Grandes Jardines de Europa
¡Es un jardín precioso! me ha gustado mucho.
ResponderEliminarhttp://www.agenciasinc.es/Noticias/La-pared-vegetal-eficaz-aislante-acustico
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