miércoles, 31 de enero de 2018

Oudolf

(If you prefer to read this post in English, you can find it here: Oudolf)

A mediados de los ochenta mis veranos eran extenuantes. Mi padre, que la herramienta más pesada que le habíamos visto manejar hasta la fecha era un rotring, decidió comprar una parcela pedregosa en mitad de un páramo y se lanzó a plantar frutales, cultivar un huerto y construir una casa con sus manos.  Adiós a las vacaciones en la playa y bienvenido el hormigón, las gallinas y los montones de compost. Diría que había mucho romanticismo en aquello, muchas ganas de realizarse haciendo algo por sí mismo, de salir de la ciudad, de ser autosuficiente. Pero no me explico cómo no acabó en divorcio, porque fue duro de narices. Mis padres trabajaban a base de bien, y como por aquel entonces a los chavales no se nos mantenía entre algodones, los hijos no nos librábamos de participar en aquella obra interminable. En lo que a mí respecta, a los doce años manejaba con soltura el pico y la pala. Las mañanas las dedicaba a ser mozo de un albañil aficionado (cómo se las apañaría mi padre para aprender a hacer todo aquello sin internet es un misterio insondable) y las tardes y parte importante de las noches a hacer el idiota con la pandilla de amigos por aquellos montes de dios. En mis veranos era costumbre que cayese enfermo, diría que de agotamiento. Pero fue divertido.  
Justo en aquellos años, 1.700 kilómetros al norte,  una pareja de holandeses y sus dos hijos vivía un proceso similar. En su caso se dedicaban a rehabilitar una antigua granja al este del país. Por lo que he leído deduzco que el padre trabajaba de sol a sol, los hijos ayudaban lo que podían y la madre era la clave que garantizaba que aquello no fuera un desastre. Uno de los hijos asegura que aquello sucedió a una edad en la que aún parecía divertido. Le entiendo perfectamente. Su historia me recuerda a lo que pasaba en mi casa, aunque ellos lo hacían con un objetivo mucho más claro y con unos resultados definitivamente más espectaculares. En su caso la rehabilitación de la granja respondía a una búsqueda de espacio para cultivar, probar y vender nuevas variedades de plantas.  Ya podemos afirmar que todo aquel trabajo fue el germen de algo que influyó de manera determinante en la historia reciente de la jardinería. El padre en aquella familia era Piet Oudolf, el alma máter de eso que algunos llaman Dutch Wave y otros New Perennial Movement. Algo intangible que no sé si podría calificarse de movimiento o corriente, pero que impregna, para dolor de algunos tradicionalistas, gran parte de las jardinería interesante de estos tiempos.
En este blog he mencionado a Oudolf infinidad de ocasiones, pero no he llegado a escribir ninguna entrada dedicada a él. No sé por qué, la verdad, pero voy a tratar de resarcir este déficit escribiendo dos. La primera espero que sirva como introducción a la importancia del autor. En la segunda intentaré un imposible: analizar las claves de sus plantaciones. Se ha escrito tanto sobre este autor que para serles del todo sincero, no creo que les cuente ningún secreto. Si quieren información más detallada y documentada acudan a los libros de Noel Kingsbury. Pero como me apetece aportar mi visión del asunto y escribir es gratis, ahí va.  
Cuando la familia Oudolf se compró aquella granja en Hummelo, Piet era un joven profesional que buscaba desarrollar un estilo de jardinería muy influenciado por la referencia de su compatriota Mien Ruys. En su día escribí una entrada (Los padres de la Jardinería Moderna IV: la Madre del Movimiento de Vivaces) sobre esta diseñadora, pero sin entrar en detalles podemos resumir que su obra se caracterizaba por una fuerte organización geométrica y modernista del espacio mediante setos formales que eran suavizados por exuberantes plantaciones de vivaces. Estas vivaces tan importantes en la obra de Ruys obsesionaban a Oudolf y su búsqueda fue lo que le llevó a comprar una granja. En aquellos años Holanda sufría un problema que por desgracia me resulta familiar hoy en día en España: encontrar vivaces interesantes en los viveros era prácticamente imposible. Por este motivo Piet y Anja Oudolf decidieron crear un vivero en el que producir las plantas que necesitaban para los jardines que tenían en su cabeza. En el vivero y el jardín de Hummelo estuvo el origen de su éxito. Por un lado un vivero de este estilo atrajo como el polen a las abejas a una serie de personajes como Henk Gerritsen, Rob Leopold o Ton Tert Linden, que influyeron en la evolución de Piet hacia un estilo cada vez más naturalista. Por otro lado su especialización en vivaces y la originalidad de las especies que cultivaban les ayudaron a captar la atención de otros profesionales determinantes para que su trabajo fuese conocido y le encargasen cada vez proyectos más ambiciosos. Pero sobre todo Hummelo le entregó un campo de pruebas en el que sustentar un conocimiento profundo de las plantas. Piet representa al artista por excelencia: una persona que controla a la perfección una materia prima con la que es capaz de crear belleza de acuerdo a una capacidad artística innata. La materia prima de Piet son las plantas, especialmente las vivaces. Su capacidad artística a la hora de combinarlas y presentarlas es lo que maravilla a sus admiradores y saca de quicio a quienes quieren imitarle.
La jardinería de estilo naturalista tiene muchos sabores, pero todos ellos se centran en crear una versión estilizada de la naturaleza y en preocuparse por la sostenibilidad y el soporte a la biodiversidad.  Ha habido paisajistas, jardineros y viveristas que han trabajado dentro de estos principios básicos mucho antes y después de que Piet Oudolf se hiciera famoso. En Alemania Karl Foerster y su discípulo Ernst Pagel habían impulsado desde comienzos del siglo XX el uso de gramíneas y vivaces en espacios públicos. En los Estados Unidos James van Sweden y Wolfgang Oehme habían popularizado los jardines inspirados en las praderas muchísimo antes de que a nadie se le ocurriese hacer un jardín en una vía abandonada de tren. En la misma Holanda, la ya mencionada Mien Ruys había sido una predecesora exitosa del estilo. E incluso en la todopoderosa Inglaterra algo anclada en su estilo Arts and Crafts, autores como Keith Wile con su jardín Wildside o Beth Chatto con su Jardín de Grava, se anticiparon a Oudolf con sus plantaciones naturalistas. Y en estos días sólo hay que darse una vuelta por la edición mensual del Gardens Illustrated para darte cuenta de que en los cuatro puntos cardinales del globo hay autores que siguen entregándonos estupendos jardines de estilo naturalista. Y entre todos ellos Piet Oudolf, que a sus 73 años no deja de trabajar, sobre todo en Estados Unidos, y Europa y sigue siendo el líder indiscutible del movimiento. ¿A qué se debe este éxito? Bueno, él éxito, y muy especialmente el artístico, no tiene por qué responder a criterios objetivos, aunque en este caso sí que hay algunos factores que creo que lo justifican. Sin ánimo de ser exhaustivo: 
  • Capacidad artística: decíamos antes que los jardines naturalistas se preocupan por la sostenibilidad y la biodiversidad. Pero Piet nunca ha pretendido ser un ecologista y para él el componente estético siempre ha estado por encima de otras consideraciones. Sus jardines responden a la búsqueda de una versión estilizada de la naturaleza que evolucione y aporte belleza a lo largo de todas las estaciones. Un jardín naturalista tendrá éxito si logra evocar la naturaleza sin ser naturaleza, es decir, manteniendo un complejo equilibrio entre naturalidad e intencionalidad. Igual de importante es el equilibrio entre complejidad y coherencia. Un jardín naturalista para ser creíble debe ser complejo, contener una variedad adecuada de plantas. Pero al mismo tiempo debe ser coherente, ofrecer armonía o impacto visual en un instante determinado. Oudolf alcanza estos equilibrios como nadie. Si analizas alguno de sus jardines es absurdo pensar que son naturales y salvajes. Es obvio que responden a un diseño humano muy complejo. Pero si dejas de lado los análisis y te limitas a vagar por el jardín, te dejas atrapar por una belleza que despierta elementos muy profundos de la psique. 
  • Originalidad: Piet tiene un sello propio que le caracteriza. Por muchos jardines que hayas visto siempre puedes dudar de la autoría de uno cualquiera, pero es muy difícil que no distingas una plantación de Oudolf. Sus plantaciones en bloques son un estilo en sí mismo que pocos se han atrevido a imitar. Para hacer una plantación con bloques de plantas debes estar muy seguro de lo que estás haciendo, porque el menor fallo puede estropear el efecto general de toda el jardín. Por otro lado es un estilo que no ha dudado en dejar atrás cuando lo ha considerado oportuno. Muchos autores de éxito en distintas disciplinas artísticas terminan por convertirse en una imitación de sí mismos. Oudolf en cambio nunca se ha convertido en un cliché porque nunca ha dejado de evolucionar. 
  • Durabilidad: sus jardines son más duraderos que los de otros autores en dos sentidos. A corto plazo entregan belleza a lo largo de muchos meses dentro de una misma temporada. El verano pasado tuve la oportunidad de visitar distintos jardines en Inglaterra. Había sido un verano especialmente seco y algunos jardines aparecían algo agostados y pasados de temporada. Hauser & Wirth en cambio lucía espectacular. Pero además a medio plazo sus plantaciones son fiables. Autores como Tom Stuart-Smith destacan la capacidad de los jardines de Oudolf para mantener su aspecto durante muchos años sin grandes intervenciones. Su maestría en la selección de plantas es espectacular. 
  • Belleza de la decadencia: con Oudolf hemos aprendido a disfrutar de otro tipos de belleza, la de las plantas muertas. Diría que es una belleza universal, pero que han sido autores como Oudolf (especialmente él) los que nos han abierto los ojos para empezar a apreciarla y buscarla. Sus jardines, con mayor foco en la estructura y textura de las plantas que en el color, son auténticos cazadores de los meteoros. Para Oudolf es importante que las vivaces dejen tras de sí un bonito cadáver. Los esqueletos de sus plantas capturan la luz, el hielo, la nieve, el rocío y nos entregan el espectáculo de unos elementos que sin ellas no serían percibidos. 
  • Honestidad: a diferencia de la mayoría de autores de éxito, Oudolf no ha creado un estudio. Su fama le permitiría contar con un equipo amplio de profesionales, pero en cambio sigue realizando manualmente sus diseños en la soledad de su estudio. Esto podría ser entendido como falta de ambición, pero yo creo que más bien es honestidad y fidelidad a unos principios de éxito. Oudolf no es un arquitecto paisajista, es un diseñador de plantaciones y en esto pone todo su foco. Muchos de sus proyectos los realiza en colaboración con arquitectos que le entregan un lienzo en blanco que él se encarga de cubrir con sus espectaculares plantaciones. Este modelo colaborativo lo ha seguido también a la hora de publicar libros. Intuyo que Piet no se siente cómodo como escritor. Pero en cambio sí siente el impulso de transmitir su conocimiento, así que ha buscado la colaboración de personas como Henk Gerritsen, Michael King o Noel Kingsbury bendecidos por el don de la escritura.
  • Generosidad: no creo conocer a otro autor que publique con semejante despreocupación los planos de sus plantaciones. Cuando alguna vez le han preguntado si no teme que se las copien, su respuesta le define a la perfección: no, siempre tengo ideas nuevas. Para la ejecución de sus proyectos suele contar con la colaboración de profesionales locales, muchas veces jóvenes que ven la posibilidad de colaborar con el maestro como un auténtico regalo. Cualquier persona que destaque sobremanera en una disciplina suele terminar por emitir una imagen distante. Piet echa abajo esa imagen tópica con sus apabullantes sencillez y modestia.  
  • Espacios públicos: Oudolf ha ejecutado jardines públicos y privados, pero la proporción de espacios públicos que ha desarrollado es mucho mayor que en otros diseñadores. Esto te lleva a la paradoja de que en un viaje a Inglaterra puede resultar más sencillo visitar jardines del diseñador holandés que jardines de autores locales como Dan Pearson, Tom Stuart-Smith o Jinny Blom. Holanda, Suecia, Inglaterra y Estados Unidos cuentan con unos cuantos ejemplos de plantaciones en espacios públicos diseñadas por Oudolf. Si además uno de estos espacios públicos resulta ser un caso de éxito de las proporciones de la High Line de Nueva York, es difícil que no seas considerado como el número uno en lo tuyo. 



De momento lo dejamos aquí, pero continuará...

9 comentarios:

  1. Miguel, gracias.
    Estaré atento a esa segunda parte.
    Un saludo
    Raúl

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  2. Hola Miguel, enhorabuena por este blog! Lo acabo de descubrir y me parece super interesante! Me han encantado los jardines del estilo de Oudolf y me gustaría regalarle un libro a mi novio, que es arquitecto novel y quiere aprender de paisajismo para aplicarlo a sus proyectos. He visto que tienes una entrada de 2015 con una lista de libros, como es un poco antigua no sé si podrías hacerme alguna recomendación o de los libros de los que ya hablaste o de alguno nuevo que haya llegado a tus manos. A mi novio le gusta mucho la sostenibilidad y trabajar con especies que se adapten bien al clima del lugar, desarrolla casi todo su trabajo en Murcia por lo que las ideas de los jardines secos también le serían muy útiles. Me gustría encontrar un libro que combinara imágenes y ejemplos de jardines del estilo de Oudolf que son tan preciosos y servirían de inspiración a cualquiera, pero que también hablara un poco de especies, tratamiento del suelo, etc., para que esa parte técnica le sirviera a la hora de diseñar jardines. Tengo muchas dudas sobre cuál escoger y creo que eres la persona ideal a la que preguntar! Muchas gracias por tu ayuda!

    Alba

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    Respuestas
    1. Hola Alba. Miguel seguro que te dará buenos consejos, porque además de escribir bien, se nota en sus textos que se lo ha leído todo.
      A mi se me ocurren dos: uno es un imprescindible para hacer jardines en la zona mediterránea es "El jardín sin riego", de Olivier Filippi y el segundo es "Gardens of the high line", que ecplica detalladamente uno de los últimos jardines de Oudolf
      Un saludo

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    2. Muchísimas gracias Raúl! :) Me los apunto!

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    3. Hola Alba. Muchas gracias por el comentario. Me alegro de que te haya gustado el blog. En breve quiero publicar una serie de entradas sobre los libros de jardinería que más me han gustado. Pero mientras, en la línea de lo que buscas no conozco ninguno que una las dos cosas, la visión de los jardines de Oudolf, y la parte más específica de tratamientos del suelo, especies, etc, de nuestro clima. Así que te recomendaría dos distintos. Para el tema de especies y cultivo de las mismas el mejor es el que te ha recomendado Raúl, El Jardín sin Riego de Olivier Filippi. Y para ver los conceptos que hay detrás de los jardines de Oudolf yo te recomendaría "Planting, a New Perspective", de Noel Kingsbury. Creo que es el libro en el que mejor explican las ideas que hay detrás de estos jardines.
      Un saludo

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  3. En el "jardín sin riego" supongo que habla de especies mediterráneas, que pueden encontrarse en España, ¿verdad?

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    1. En este libro hay un listado muy amplio de especies. Todas aptas para climas mediterráneos como el de España. No sé exactamente a lo que te refieres cuando hablas de encontrar. Si es si aparecen especies que crecen en nuestros montes, pues de todo un poco. Hay muchas nativas de España y otras muchas de otros sitios con climas similares. Si es que si las plantas se pueden comprar fácilmente aquí, pues eso ya es más complicado. Hay algunas que sí, pero otras muchas tendrías que irte a viveros más especializados, como el del propio Olivier Filippi. Pero vamos, en los viveros de España hay buena variedad de este tipo de plantas.

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  4. Muchas gracias por los consejos Miguel! Creo que esos dos libros serán perfectos y que le gustarán mucho además de ser muy útiles! :)

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