Además de la inevitable hoja excel, utilizo Librarything como repositorio de libros leídos (no me aporta demasiado a lo que ya me da la excel, pero es mucho más bonito, qué duda cabe) La página te permite puntuar los libros con un código que va de una a cinco estrellas, medias estrellas incluidas. Puntuar un libro o cualquier cosa, siempre me ha resultado muy difícil, por lo que la curva de mis puntuaciones no debe ser muy distinta de la típica campana de Gauss, con las tres estrellas en el eje central: libros que no me vuelven loco, pero de los que no me arrepiento haber invertido un pedazo de mi vida en ellos. De todas formas, lo más interesante, lo memorable está en las colas de las campana, esos tan infames que me han merecido una o dos estrellas (pocos, porque es raro que llegue a terminar un libro que pueda catalogar así) y, sobre todo, los cinco estrellas: esos libros que han abierto ante mí una perspectiva literaria desconocida, los causantes de que siga y siga leyendo, creo que empujado principalmente por la continua esperanza de encontrarme con uno de ellos. Hasta el día de hoy mi lista de patas negra era bastante típica:
- Don Quijote de la Mancha
- Cien Años de Soledad
- Ébano (vale, este no es nada típico)
- La Montaña Mágica
- La Tierra Convulsa
- Conversación en la Catedral
- Guerra y Paz
- La Fiesta del Chivo
Hoy estoy de enhorabuena, porque añado uno más a la lista:
-La guerra del fin del mundo.
En algún sitio leí que un maestro de la literatura era aquel que dejaba a la posteridad al menos una obra maestra, y que escritores como Vargas Llosa, capaces de dejar hasta tres, se salen de todo baremo. Estoy de acuerdo.
Un final inolvidable:
-Lo subieron al cielo unos arcángeles -dice, chasqueando la lengua - Yo los vi.
No hay comentarios:
Publicar un comentario