La semana pasada, en un grupo de facebook llamado Dutch Dreams, se mantuvo un encendido debate sobre las capacidades ecológicas de los jardines de Piet Oudolf. Todo empezó cuando Tony Spencer publicó
el enlace de un artículo en The Guardian sobre uno de las últimos diseños de este paisajista. El artículo define su jardín para una galería de arte en Somerset, como "
carefully-composed wilderness". Yo lo traduciría por naturaleza cuidadosamente diseñada. Parece que este oxímoron irritó a Wankja Ferguson, una diseñadora de jardines que de acuerdo a su cuenta de linkedin está especializada en el diseño de soluciones especialmente beneficiosas para insectos como mariposas y abejas. De acuerdo a esta autora, estos jardines (véase los jardines de la nueva ola de vivaces) no tienen nada que ver con la naturaleza en Europa porque emplean gran cantidad de plantas procedentes de los Estados Unidos. De acuerdo a su opinión son jardines hermosos pero no tienen mayor valor específico para la fauna inglesa u holandesa que cualquier otro estilo de jardín. Tony Spencer se molestó en hacer una defensa del valor ecológico de este tipo de diseño, lo que pareció encender aún más a los ánimos de la defensora de las abejas que terminó asegurando que una buena pradera natural con especies locales abrigaría mucha más vida salvaje. Bueno, a estas alturas yo ya estaba algo confuso, aunque lo mejor de la discusión estaba por llegar. El propio Piet Oudolf, que me da que no destaca por ser especialmente activo en esto de las redes sociales, se molestó en publicar un conciso:
¿Cómo puedes estimular a la gente sólo con reacciones negativas?. Bien, aquí se escapó mi primer ajá. Eso es, la jardinería no debe plegarse sólo a principios ecológicos. Me parece bien que se ajuste a cierta racionalidad pero sin renunciar a determinadas herramientas que permitan estimular, motivar y emocionar. Bueno, parece claro que Wankja Ferguson tiene otro planteamiento, y obviando la respuesta de Oudolf planteó cosas como que una planta oriunda de los Estados Unidos tendrá mayor valor ecológico allí que aquí, ya que la fauna local no estará adaptada a ellas. Su última frase, con toda su contundencia despertó todo mi escepticismo: las especies locales de abejas no encontrarán nada en esos jardines. Bueno, la respuesta de Oudolf me hizo soltar una carcajada porque yo no habría resumido mejor lo que estaba pensando a estas alturas:
nonsense. Obviamente Wankja no se lo tomó muy bien y le preguntó si no podía admitir que sus jardines podían tener alguna limitación. La respuesta de Oudolf, en su rapidez y brevedad me hizo maravillarme de la capacidad de síntesis de una cabeza capaz de producir tanta exuberancia. Era algo así como: Nunca he pretendido nada, a diferencia de ti. Touché. Quiero entender este nunca he pretendido nada como un nunca he fingido que mis jardines sean el culmen de la ecología. He de decir que en todos los textos y entrevistas que he visto de Oudolf nunca le he escuchado decir que diseñe sus jardines pensando en las abejas. Diría que lo él defiende y pretende es la búsqueda de una evocación de la naturaleza que despierte la sensibilidad del ser humano hacia ella. Así lo creo yo. Diseñemos los jardines para las personas y cuidemos el campo para las abejas. Estoy seguro de que con más personas sensibles hacia la belleza natural las abejas podrán dormir algo más tranquilas.
Pero no me he quedado del todo a gusto con el tema de las exóticas y he querido releer algo del libro Rambunctious Garden de Emma Marris. Su capítulo 6 se titula Learning to Love Exotic Species y como todo el libro creo que es un documentado, sensato y moderado análisis del problema. Emma Marris nos cuenta como desde los años 50, apoyándose en historias ciertas de especies invasoras que la han liado parda, y gracias a libros como The Ecology of Invasions by Animals and Plants de Charles Elton, predomina la idea de que especies introducidas tienden a desestabilizar los ecosistemas y a reducir su diversidad. La idea se basa en la teoría de nichos, que viene a decir que en un ecosistema, las especies que han coevolucionado en él tienden a ocupar un nicho determinado y entre todas ellas se complementan. Ya saben, los ñus comen hierba, los leones comen ñus y la hierba necesita el abono y las siegas periódicas de los ñus. Y así, cualquier nueva especie que quiera establecerse en un ecosistema deberá ocupar un nicho vacío o bien desalojar del suyo a alguien. Y como las especies allí establecidas no han podido evolucionar defensas contra las artimañas de los invasores, a menudo llevarán las de perder. Por otro lado las especies invasoras serán muchas veces las mismas lo que nos llevará a un mundo mucho más pobre y simple. En mi opinión esta teoría es el origen del miedo que trasciende detrás del rechazo contra las exóticas, que ha llevado a científicos a asegurar que las especies invasores son el segundo gran problema para la extinción de las especies detrás de la destrucción de los hábitats o que nos lleva a leer aseveraciones como que las abejas europeas no harán caso de las flores americanas.
Así, cuando un científico como Dov Sax publica un estudio en el que demuestra que las especies introducidas suelen superar a las especies extinguidas, lo que ha llevado por ejemplo a que la biodiversidad de las islas oceánicas haya crecido, le caen palos por todas partes. Por ejemplo en la Isla de Pascua existían 50 especies de plantas nativas. Desde la llegada del ser humano se han extinguido 7 pero se han introducido otras 68. Así, ahora en lugar de 50 hay 111. Sí, hay 7 que quizás ya no existan en ninguna parte, por lo que la biodiversidad global se ha reducido, pero la riqueza de la Isla de Pascua es mayor. Ya tenemos la primera grieta para la duda. Aquí llega un sabiondo que dice que precisamente en las islas, uno de los ecosistemas más frágiles por su aislamiento, la diversidad está creciendo. En realidad las extinciones debidas a una especie introducida son bastante raras y la mayoría se han producido en islas o lagos. Pero casi nunca se han producido extinciones en un continente por este motivo. Otro autor que ha venido a tratar de cambiar las ideas dominantes ha sido Mark Davis con su libro Invasion Ecology. Para este investigador el cambio está a la orden del día y las especies se mueven sin parar desde que el mundo es mundo. Es cierto que el ser humano ha movido muchas especies larguísimas distancias en los últimos 200 años, pero en esencia estos movimientos no son distintos de los que realizan las especies por su cuenta y riesgo. Davis también ataca los axiomas de Elton tirando de sentido común: si los invasores tienden a ocupar un nicho vacío, los ecosistemas de menos diversidad deberían ser más apetecibles para los invasores. Y más aún, si las especies locales no han desarrollado defensas contra las recién llegadas, qué nos hace pensar que éstas si lo han hecho contra las armas de aquellas. Más importante aún, para este autor el movimiento genera mayor variedad de habitats y permite una disponibilidad de recursos y alimentos variable en el tiempo, porque las especies introducidas no siempre competirán con las ya establecidas y en ocasiones incluso ayudarán. Véase el ejemplo del herrerillo común en Gran Bretaña. Este pajarillo estaba pasando dificultades porque el cambio climático había desplazado las fechas en las que sus polluelos nacían pero no las fechas en las que lo hacían las orugas que comían. Su salvación llegó de la mano de la penetración desde el continente de un tipo de roble, Quercus cerris, que trajo consigo una especie de avispa muy del gusto de los herrerillos y disponible cuando tocaba.
La cosa se complica con especies que a estas alturas ya es difícil de saber si son exóticas o locales. ¿Cuándo tuvo que llegar una especie a un lugar para ser local? Y si una especie llega por sus propios medios, ¿la debemos echar?. Y un híbrido entre especie exótica y local ¿qué es?. Al fin, Emma Marris nos lleva a preguntarnos si lo que los ecologistas temen es la extinción o simplemente el cambio. Apuesta por vigilar muy bien en qué se invierte el dinero y no simplificar. Deberíamos analizar qué especies pueden causar problemas de acuerdo a nuestros valores y cuales no. Pero claro, esto significa que debemos estudiar y definir qué es lo que queremos para cada pedazo de tierra, y esto es bastante más complejo que el paradigma de especies invasivas: si es de aquí es bueno y debe ser conservado, y si no lo es es malo y hay que eliminarlo. Demasiado simple y derrochador, porque hay especies exóticas que pueden ayudar considerablemente en la regeneración de hábitats. Y hay especies exóticas que pueden evolucionar generando nuevas líneas y enriqueciendo la diversidad de nuestros paisajes. Y también las hay, claro está, que deben ser evitadas encarecidamente. Pero no todas, porque mientras algunas especies pueden ser un enorme problema, la inmensa mayoría no. Invertir grandes cantidades de dinero y tiempo en erradicar plantas simplemente porque no son de allí, es a mi modo de ver un movimiento repleto de prejuicios y bastante antropocéntrico: lo que mueve el hombre es malo y lo que se mueve por su cuenta es bueno. Nos miramos el ombligo hasta cuando queremos decir que no somos el ombligo del mundo.
Y llevado a nuestros jardines, ¿qué hacemos? ¿Son las plantas exóticas buenas o malas para nuestros insectos? Pues de todo hay. Las hay muy peligrosas y las hay muy positivas. Y la mayoría no serán ni lo uno ni lo otro pero si estamos pensando en usarlas en nuestro jardín al menos serán bonitas. En cualquier caso recomendaría a cualquier fanático antiexóticas que se diera una vuelta por los montes que rodean mi parcela. Si es capaz de encontrar una flor en condiciones premio para él. De hecho he preguntado a una amiga apicultora qué leches comen las abejas en estas fechas. Parece que las flores del brezo y la melaza que exudan las bellotas de los robles y encinas son sus principales fuentes a estas alturas del año. Con este panorama, no sé si mi jardín de vivaces, donde hay especies europeas y americanas a partes iguales. será para los insectos de lugar una especie de McDonalds o algo más parecido al Bulli, pero en cualquier caso parece que les encanta. Así luce en pleno mes de Octubre
Claro, en el justo medio está la virtud: ni introducir sin sentido (ojito con las invasoras, pero tanto autóctonas como traidas de tierras lejanas), ni el purismo injustificado. Siempre, el sentido común.
ResponderEliminarUna preciosidad tu jardín de vivaces. Enhorabuena. Y por tu blog, un diez.
Totalmente de acuerdo. Y más en estos tiempos, que parece que hemos declarado la guerra al sentido común en tantas cosas. Muchas gracias por el comentario. No conocía vuestro blog y es fantástico (no sé cómo se me había escapado hasta ahora)
EliminarEstá claro que no hay que demonizar el término "exótico" (¡si hasta los geranios lo son!), pero sí atender las indicaciones de los expertos que nos advierten de aquellas especies que son, además de exóticas, invasoras, pero claramente invasoras, porque si nos ponemos demasiado puristas, jardinear se va a empezar a poner un tanto aburrido. Te felicito por este fantástico artículo y por el jardín que estás "inventando", que cada día tiene mejor cara. Un saludo!
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarEso creo yo María José. El purismo en cualquier arte lleva al aburrimiento seguro. Y a estas alturas creo que ya tenemos identificadas a las especies peligrosas de verdad para un determinado ecosistema. Gracias por el comentario. Y el jardín no lo invento yo, se inventa él solo!!! Mira que he mirado, estudiado y pensado antes de plantar, pero al final, marcado por la disponibilidad de plantas y por su evolución el jardín avanza solo y muestra un aspecto muy distinto del que yo había imaginado. Es la maravilla de estos jardines. A veces hasta me lee el pensamiento. Para el año que viene tenía pensado introducir alguna especie de Verbascum. Bueno, pues no hace falta. Han salido ellas solas.
EliminarUn abrazo.
Hola Miguel:
ResponderEliminarMe ha encantado tu entrada. Reconozco que siento una cierta aversión prejuiciosa hacia determinadas plantas invasoras, aún sin saber si en realidad suponen una amenaza o no. Pienso sobre todo en la invasión de Cortaderia por el norte... No soy nada purista en este tema, me parece que hay mucho potencial por explotar en las plantas autóctonas pero también me parece que las exóticas pueden aportar mucho al jardín, que a fin de cuentas es una creación humana. Filippi es mi referente en ese sentido.
En cualquier caso esto de plantas exóticas sí o no yo lo enfoco más como "plantas que a las que puede irles demasiado bien con estas condiciones que tengo". Procuro ser precavido con plantas que proceden de climas similares al de trabajo, aunque sea al final éstas las que mejor se adapten a mi jardín. Precavido implica ver si suponen una amenaza en algún sitio, más precavido aún si son plantas que germinan muy bien, que las esparce el viento, que se reproducen por estolones.
Concretamente me gusta mirar con detenimiento las gramíneas y las leguminosas. No sé si hay ciencia detrás, pero siempre tengo la sensación de que son a estas familias a las que pertenecen muchas de las plantas invasoras.
Por mi zona, como has visto en una foto que subí, se han asilvestrado las chumberas y los membrillos. Las primeras me causan más inquietud que los segundos. No sé si serán los pinchos o la manera que tienen de extenderse, como una mancha cerrada. Tampoco sé si supondrán un problema en el futuro, porque son lentas ¿hay que erradicarlas antes de que sea tarde?
Para terminar este excurso sin rumbo, quería apuntar unas notas a un par de cosas que he leído en el texto:
- "la biodiversidad global se ha reducido, pero la riqueza de la Isla de Pascua es mayor". Habría que preguntarse entonces si el valor de la biodiversidad es su número global o en un ecosistema.
- "si las especies locales no han desarrollado defensas contra las recién llegadas, qué nos hace pensar que éstas si lo han hecho contra las armas de aquellas". Yo creo que de esa manera las recién llegadas nunca llegarán a convertirse en invasoras y quedan fuera de este debate.
Por último, como anécdota, el pasado fin de semana las abejas estaban como locas con las flores insignificantes (casi pensé que eran frutos) de una hiedra variegada. Lo que no sé es si era extranjera o no...
Gracias por el comentario Andrés. Comparto 100% tu frase: "No soy nada purista en este tema, me parece que hay mucho potencial por explotar en las plantas autóctonas pero también me parece que las exóticas pueden aportar mucho al jardín, que a fin de cuentas es una creación humana". La precaución de la que hablas es a fin de cuentas lo que Emma Marris pide, que no es otra cosa que estudiar y pensar. Porque de la misma manera que de este estudio y razonamiento a veces podremos extraer que no debemos usar una u otra planta, o que debemos vigilar esas chumberas que se están yendo de madre, quizás en otro caso concluyamos que una determinada planta exótica nos podría ayudar a mejorar un ecosistema degradado, o que simplemente no es peligrosa y encima las abejas del lugar la van a disfrutar. Sobre tus dos apuntes:
Eliminar-Complicada pregunta la primera dependiendo de la perspectiva de cada caso concreto. Se me ocurren tantos escenarios. Creo que se la dejo a los estudiosos del tema :-)
-En efecto, hay especies que nunca llegarán a convertirse en invasoras y quedan fuera del debate. Y esas puede que sean buenas candidatas para nuestros jardines.
Como siempre gracias por pasarte por aquí y aportar.
Me ha venido bien el resumen, he estado unos días fuera y me perdí ese debate encendido, pero seguro interesante...Tú jardín de vivaces sí lo vi, y está estupendo! Muhlenbergias y Verbena tienen un efecto precioso!
ResponderEliminarYo opté por un jardín donde abundan las plantas autóctonas, sin mas pretensión que disfrutar de una flora, a veces, poco valorada y que a mi me parece un auténtico tesoro. Pero de ninguna manera desmerecería la importancia de las plantas foráneas que en mi caso, son un complemento ideal y me permito todo lo que puedo y mi clima me deja.
Ah!! Yo también tengo mariposas, algo bastante raro en estas fechas...Estamos teniendo un otoño muy dulce, y las abejas saben disfrutarlo sin tantos miramientos :-)
Gracias Yolanda. Del disfrute de esa flora poco valorada, que a mi también me parece un tesoro, es de lo que iban las entradas de distintos ecosistemas nativos de mi zona que publiqué este pasado verano. Y estoy dándole vueltas a una nueva entrada que incida más en el uso de esas plantas en nuestros jardines. Vamos, que si mal me parece que alguien se oponga a las exóticas simplemente por no ser de aquí, igual de mal me parece que alguien no quiera ver las locales por ser de aquí (caso que ya comentamos este verano a cuenta de los cardos)
EliminarCurioso lo de las mariposas en Octubre ¿verdad? Las mariposas que duren, pero yo ya empiezo a echar de menos una heladita, porque las moscas y las avispas me tienen frito :-)
Saludos
A mi me encanta utilizar autóctonas en el jardín (creo que muchas están infrautilizadas y que dan muy buenos resultados porque, al fin y al cabo, están adaptadas a nuestro medio), pero me pierden las exóticas. Me encanta descubrir plantas nuevas y diferentes así que mi jardín tiene muchas exóticas también. Aún así creo que sí hay que tener cuidado con las especies que se escogen para que no pasen a ser "plagas" que desplazan a las plantas que ya tenemos. Pero eso no significa que haya que odiar todo lo que no pertenece a nuestro hábitat...entonces tampoco deberíamos utilizar todas las especies de jardinería que se han obtenido artificialmente.
ResponderEliminarSe me quedó grabado en la mente un comentario que hizo David Attenborough diciendo que quizás las plantas son las que nos utilizan a nosotros para dispersarse por todo el mundo, cuando nosotros pensamos que somos los que las utilizamos a ellas. Ser más atractivas para los humanos les confiere una ventaja competitiva frente a otras especies.
Por otro lado no entiendo como una persona que se supone que debe entender bastante de plantas y de biología puede decir que los insectos y fauna autóctonas no están interesados (por no estar adaptados) a especies de flora alóctonas. He visto en América a muchos colibríes volverse locos por las flores de callistemon y aloes (plantas australianas y sudafricanas) y las abejas e insectos españoles van a geranios (pelargonium de Sudáfrica), azucenas, tulipanes, gladiolos y rosales (que en los jardines son siempre híbridos que han cambiado mucho respecto a las especies originales). Las mismas plantas de tomate son híbridos que no se parecen tanto a sus antecesores, los tomates silvestres de Perú. Y sin embargo atraen a insectos en Europa.
La verdad es que es un tema interesante, el de las exóticas. Creo que hay que tener cuidado y ya está, pero no huir de ellas.
¡¡Gracias por este entretenido post!!
Lisa, en la misma línea del frase de David Attenborough, Michael Pollan escribe lo siguiente en su excelente libro El Dilema del Omnívoro (el párrafo aparece en uno de los primeros capítulos, donde analiza el uso masivo de maíz que se realiza en occidente y muy especialmente en los Estados Unidos):
Eliminar"El maíz es el protagonista de su propia historia y aunque los humanos hemos interpretado un papel secundario crucial en su llegada al dominio del planeta, nos equivocamos al pensar que fuimos nosotros quienes tomamos las decisiones o que actuamos siempre en nuestro propio interés. De hecho, hay sobradas razones para pensar que el maíz ha conseguido domesticarnos. Hasta cierto punto esto es cierto para todas las plantas y animales que toman parte en el gran pacto coevolutivo con los humanos que denominamos agricultura. Aunque seguimos empeñados en hablar de la "invención" de la agricultura como si hubiese sido idea nuestra, como la contabilidad por partida doble o la bombilla, lo cierto es que tiene el mismo sentido considerar la agricultura como una brillante (aunque inconsciente) estrategia evolutiva por parte de las plantas y animales involucrados en la tarea de servirse de nosotros en pro de sus intereses. Al desarrollar ciertos rasgos que resultaron de nuestro agrado, estas especies consiguieron atraer la atención del único mamífero que estaba en disposición no sólo de expandir sus genes alrededor del mundo, sino de reconstruir ese mundo a imagen y semejanza del hábitat favorito de las plantas. Ningún otro grupo de especies sacó más partido de su asociación con los humanos que las hierbas comestibles, y ninguna de esas hierbas ha obtenido más beneficios de la agricultura que el Zea mays, el cultivo de cereal más importante del mundo hoy en día."
Curioso planteamiento, ¿verdad?
Gracias por pasar por aquí y comentar.
La verdad es que sí es un planteamiento curioso...me gustaría ver qué dirían ciertos filósofos al respecto.
Eliminar¡Es un placer pasar por aquí! ¡Un saludo!
Buenas.
ResponderEliminarEsto es del NY times:
http://www.nytimes.com/2014/10/09/science/turning-to-darwin-to-solve-the-mystery-of-invasive-species.html?smid=fb-nytimes&smtyp=cur&bicmp=AD&bicmlukp=WT.mc_id&bicmst=1409232722000&bicmet=1419773522000
Un saludo
Muy interesante el artículo, sí señor. Gracias por compartir. No había caído en la cuenta de que las especies invasoras suelen serlo en un sentido y no en el otro. Lo malo es que después de leer la frase "They offer evidence that some parts of the world have been evolutionary incubators, producing superior competitors primed to thrive in other environments." creo que voy a empezar a ver con otros ojos a la familia de chinos del todo a cien de la esquina :-)
EliminarSaludos
Más:
Eliminarhttp://www.timberpress.com/blog/2013/12/natives-and-exotics-noel-kingsbury-and-piet-oudolf-weigh-in-on-the-debate/
Gracias Raúl. No puedo estar más de acuerdo con esa visión.
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