sábado, 25 de febrero de 2012

Aquí no hay césped: Quinta de los Molinos

El sábado pasado, aprovechando que tenía que ir a Madrid temprano, aproveché la delicia del desahogo en el tráfico y el aparcamiento para acercarme a un parque del que había leído unas cuentas referencias bastante sugerentes. La referencias eran buenas. El parque Quinta de los Molinos, situado en la calle Alcalá, a la altura del número quinientos y pico, es un ejemplo excelente de otro tipo de jardinería que podemos llamar finca de recreo agrícola. La enorme parcela cuadrada repleta de ordenadas hileras de almendros que te encuentras a la entrada del parque, me trajo a la cabeza de manera inmediata con el impacto de las cosas que enamoran a simple vista las cuadrículas de trigo y olivos del Mas de les Voltes de Fernando Caruncho. En este parque no hay césped, y sí muchos árboles y arbustos de carácter mediterráneo entre los que destacan las plantaciones de almendros. No tuve suerte y aún no estaban en flor, pero es sorprendente encontrarte en medido de Madrid grandes parcelas de almendros adehesadas.  El parque, de tamaño muy considerable (veinticinco hectáreas) está rodeado por un elevado muro, lo que unido a las parcelas aradas de almendros y a la poca afluencia de visitantes (al menos este sábado, sólo unos cuantos corredores, pensionistas paseando al perro y algún raro como yo),  tiene un poder evocador importante. Mientras sacaba algunas fotos, veía en la distancia una pareja paseando bajo el luminoso cielo madrileño entre las hileras de árboles desnudos, y tuve una sensación que parecía certeza de encontrarme en un lugar muy apartado de Madrid. Una finca en el interior de Mallorca o en la costa brava habría dado mayor coherencia a la imagen que un parque urbano de la capital. 


Las plantaciones, creo que las firmaría Heidi Gildemeister y son de un ejemplo de lo que da de si la frondosidad mediterránea hasta en un clima de veranos tórridos como el de Madrid, cuando se eligen bien las especies. El parque, de bajos requisitos de mantenimiento, está articulado a través de grandes parcelas rectangulares y triangulares de almendros, separadas por bosquetes de pinos carrascos, eucaliptos, cipreses, acacias, encinas y olivos. Los setos son anchos macizos de lilas y el suelo está cubierto por hierba y por lirios y hiedras en las zonas con pendiente. 






El parque fue propiedad del César Cort, y pocos años después de su fallecimiento, en 1980, la familia o cedió al Ayuntamiento de Madrid, a cambio de la urbanización de unas pocas hectáreas de la finca original. No sé para la familia Cort, pero para los madrileños fue un buen acuerdo. Y si ya me resultó curioso que en pleno Madrid haya un parque tan poco conocido y peculiar, más impactante me resultó aún ver que poco más abajo en la calle Alcalá, hay otra finca, de aspecto también espectacular, pero en este caso cerrada al publico con amenazas de mordiscos.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...