Heidi Gildemeister es una alemana que lleva el suficiente tiempo en Mallorca como para poder demostrar el partido que se puede sacar de un clima que podríamos acusar de rácano, cuando tienes ganas de experimentar y trabajar. Su finca debía ser el típico ejemplo de garriga mediterránea, terreno de rocas, olivos, cabras y sol, y ha sido capaz de transformarlo en un estallido de color y frondosidad. No sé si terminar de creerme lo que cuenta en sus libros sobre la tolerancia a la sequía de su jardín, pero quiero creérmelo y es toda una fuente de inspiración.
Fuente: mediterraneangardensociety
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