sábado, 22 de marzo de 2014

Acento español en la Nueva Ola de Perennes II - Estudio Urquijo-Kastner

En toda obra de arte se funden esencias muy distintas del autor. Argumento, técnica e inspiración, por ejemplo. O en otras palabras, lo que quiere contar, cómo lo quiere contar y cómo su genio se lo deja contar. El argumento puede surgir de muy diversas fuentes, no pocas veces ajenas al autor. La técnica, eso que García Márquez llamó la carpintería de la literatura, se construye a base de estudio y experiencia. Pero la inspiración, que no sé si llamar estilo, bebe del inconsciente, de la cultura y de la memoria. Así, García Márquez pudo aprender su carpintería leyendo a Kafka y a otros muchos, pero dudo de que pudiésemos disfrutar de su universo mágico si no se hubiera criado  en un lugar como Aracataca con una persona como su abuelo. El estilo, ese alma con el que el autor firma su técnica, es la verdadera magia del proceso creativo, y es difícil si no imposible que un autor sea capaz de librarse de él. Podrá intentar escapar de él dando mayor peso a la técnica, pero su aroma le acompañará inevitablemente, porque ¿quién puede librarse de su memoria cultural?. Esa memoria cultural es también importantísima en el espectador, porque la sintonía entre autor y espectador es máxima cuando ambos la comparten. Aquellos autores con los que compartes memoria cultural serán capaces de despertar en ti sentimientos a los que el resto no podrán llegar. Nunca dejaré de disfrutar de la obra de García Márquez, pero nunca sentiré que he "vivido" esa obra como me sucede con Miguel Delibes. Y entrando en el tema que nos ocupa y arriesgándome a que mi mujer me diga de nuevo que siempre hablo de los mismos (no es verdad), si hay un paisajista famoso con el que siento que comparto ese inconsciente que nace de cosas tan distintas como nuestro paisaje, nuestra lengua o nuestra cultura, ese es Fernando Caruncho. Pero si el otro día publiqué una entrada titulada siempre nos quedará Caruncho, un día habré de publicar otra que sea siempre nos quedará Oudolf, porque aunque su obra beba de otras fuentes, no por eso deja de maravillarme. Y dado que me gustan tanto ¿sería posible combinar la obra de ambos?.  Ya he dicho que no creo que un autor pueda ser ajeno a su estilo, pero intuyo que sí podría reconducirlo de acuerdo a otra técnica. Entonces, ¿se podrían combinar los juegos con la luz y la geometría de Caruncho con el naturalismo y conocimiento botánico enciclopédico de Oudolf?. Bueno, pues resulta que no tenemos que esperar a que las dos estrellas decidan hacer un proyecto a cuatro manos porque ya hay paisajistas en España que lo han hecho y además creando un estilo propio de una frescura y personalidad indiscutibles. 
Si en la anterior entrada hablaba del jardín laboratorio de una joven pareja de paisajistas, esta va dedicada al trabajo de otra pareja a la que he conocido gracias al último número de la revista Verdeesvida. Se trata del estudio de paisajismo de Miguel Urquijo y Renate Kastner. En la obra de estos dos paisajistas encuentro la justificación a toda la parrafada anterior, porque siento que sus jardines aúnan la espectacularidad de la Nueva Ola de Perennes con una esencia castellana que me toca una fibra proustiana que los Piet Oudolf, Tom Stuart-Smith o Beth Chatto no alcanzan con toda su maestría. Los jardines de Miguel y Renate se encuentran en sitios como Madrid, Cáceres, Toledo o Salamanca, en un clima que no admite los excesos pero que a cambio te entrega una luz inigualable. Y esos dos aspectos para mi son clave, porque creo que sus jardines habrán encontrado como los de cualquiera inspiración en otros autores, pero que en realidad están principalmente dirigidos por un proceso de observación del paisaje y la luz que los van a rodear. De ese proceso de observación han nacido jardines que no violentan el entorno y que se adaptan a las duras exigencias de nuestras mesetas. Composiciones naturalistas y formas orgánicas pero con la contención exigida por un clima y un suelo que no dan espacio a las florituras. En esa contención, han buscado el empleo de especies con exigencias mínimas de mantenimiento pero sin renunciar al empleo de especies más llamativas que añaden espectacularidad a la composición. Las plantas empleadas son capaces de conectar el jardín a nuestro paisaje y nuestra cultura, pero sin renunciar al uso de especies exóticas si estás tienen un valor añadido que ofrecer. Un ejemplo claro es su jardín en Cáceres, donde una hierba nativa de Texas y Mexico como la Stipa tenuissima es capaz de extender el jardín más allá de sus muros y unirlo con la milenaria dehesa española. 
Por otro lado es en la obra de estos paisajistas donde he encontrado la mejor defensa de que diferentes tipos de jardinería son posibles y que no todo tiene que ser estilo naturalista, que el análisis y la gestión del espacio a través de la geometría y del empleo de paletas reducidas y monocromáticas de plantas puede dar lugar a jardines sostenibles, hermosos y evocadores. Entre su obra está su jardín en una vivienda particular en Madrid para demostrarlo, pero me parece aún más significativo el ejemplo de su jardín en dos patios de un edificio de oficinas en Madrid. Un jardín de solo 5 especies que serpentean entre la grava y que parece nacido de la mejor tradición japonesa. En su cuenta de Flirck, los autores muestran los bocetos del resto de diseños que entregaron a los propietarios, y las otras opciones aunque compartían la búsqueda del sosiego y poder ofrecer una estructura que se pudiera disfrutar desde las plantas superiores, lo hacían a través de composiciones geométricas formales. Miguel reconoce en un comentario que el diseño final no era su favorito, que fue el elegido por los propietarios. Dada la espectacularidad del jardín resultante me parece un comentario de una modestia apabullante y la prueba irrefutable de que el proceso creativo puede beber de fuentes muy distintas. Y aunque nadie se puede librar de sus musas siempre puede dejar que jueguen con las de otro, como en este caso, en el que los jardines nacen de la memoria cultural de un biólogo español y de una arquitecta de paisajismo alemana. Alguna entrada habrá que dedicar al hecho de que la jardinería debe ser el arte más abierto a la creación en pareja que haya existido. En este caso él se encarga de elaborar la idea general de jardín y seleccionar las plantas y ella de los aspectos más técnicos de su desarrollo, que comienza plasmándolo en preciosos dibujos que son infinitamente más evocadores y representativos que las aburridas composiciones de un programa informático de diseño. En la entrevista de Verdeesvida citan a unos cuantos paisajistas que consideran inspiradores y me alegra ver cuántos han pasado ya por este blog: Tom Stuart-Smith, Ron Lutsko, Steve Martino, Peter Latz, Dan Kiley, Fernando Caruncho, Russel Page, Gilles Clément y Piet Oudolf.  Al final de la entrevista, Miguel y Renate dejan una frase que podríamos enmarcar como un principio de vida:
"Solo buscamos arreglar o intentar embellecer el minúsculo 
trozo de mundo al que se nos da acceso" 
Y como cada vez me cuesta más escribir estas entradas, porque una cosa es escribir sobre un paisajista que está a miles de kilómetros y ni siquiera habla mi idioma y otra escribir sobre alguien que vive a la vuelta de la esquina y cuando le pides permiso para poder emplear sus fotos en este blog te responde con una amabilidad exquisita, voy a dejarlo ya dando paso a sus fotos, que pueden expresarse mucho mejor que yo con todas mis parrafadas. 























sábado, 1 de marzo de 2014

Acento español en la Nueva Ola de Perennes I - Un jardín laboratorio en Segovia

Los aficionados que queremos hacer nuestros pinitos con un jardín de estilo naturalista basado en perennes nos sentimos algo desubicados en España. Tampoco creo que en otros países te encuentres un jardín de Piet Oudolf a la vuelta de cada esquina, pero es que hasta hace bien poco estaba convencido de que la Nueva Ola de Perennes no había sido capaz de atravesar los pirineos. Es verdad que tenemos grandes jardines y grandes jardineros, pero no creo exagerar si digo que no llevamos la jardinería en la sangre. Nos debimos desfondar con la Alhambra. Y aún así, ahora mismo hay una nueva generación de jardineros y paisajistas en España que pelean por sacar adelante nuevos estilos de jardinería. También viveristas que se esfuerzan por ofrecer nuevas colecciones de plantas a la altura de la tradición europea. Auténticos valientes todos ellos que deben tener mucho de vocacional para dedicarse a semejantes profesiones en este país, dónde no hay más ver los catálogos de viveros o de las editoriales que publican libros o revistas sobre jardinería y horticultura para darte cuenta de que no es una afición o un arte que sea troncal en nuestra sociedad. Aquí la gente (perdón por la generalización) no suele viajar para conocer un jardín ni hay muchos jardines privados que hagan jornadas de puertas abiertas. Esto no es Inglaterra o Holanda. 
Así, si buscas referencias para tu jardín no te queda otra que buscarlas en los libros de Oudolf y Noel Kinsbury y Michael King y Dan Pearson y otros muchos, y cada vez te sientes un poquito más desplazado y envidioso de ver jardines preciosos en Inglaterra o en Holanda o en Estados Unidos o en Suecia o incluso Japón. Y piensas, que sí, que son muy bonitos pero que no darías el canto de un duro por su supervivencia en un clima como el nuestro donde allá por el mes de Junio las lluvias te dicen hasta luego y no las vuelves a ver el pelo hasta Octubre. Y entonces conoces el trabajo de Amalía Robredo y te animas un poco, porque ya está bien de tanto norte, pero tampoco mucho porque Uruguay está muy lejos, tan lejos que de tanto sur casi es como si fuese otra vez norte, aunque un norte con diferencias climáticas notables. La semana pasada Thomas Rainer decía en su blog que Amalía ha usado una paleta de plantas nativas en su país de residencia para mostrarnos el potencial del estilo de la Nueva Ola de Perennes para ser adoptado y reinterpretado originalmente en otro continente. Es cierto, precisamente esta autora es el mejor ejemplo de que lo que hay que hacer es tomar la esencia y los principios del movimiento y estudiar y experimentar hasta conseguir adaptarlos a las imposiciones de nuestro clima. En mi caso, el plan se resume básicamente en 5 puntos:
  • Usar especies de reconocido prestigio por nuestros lares para crear volumen y estructura. Principalmente lavandas, salvias y santolinas. 
  • Experimentar con gramíneas porque siento que sus cualidades son únicas para alcanzar la esencia naturalista en un jardín. En mi caso, para terreno arcilloso, clima frío del demonio en invierno y seco hasta el hastío en verano voy a empezar probando con Sporobolus heterolepis, Stipa tenuissina y Stipa gigantea. Se aceptan consejos. 
  • Experimentar con vivaces que me resultan especialmente atractivas para poner un acento al jardín. Ni idea de cómo se darán en mi terreno, pero quien no arriesga no gana. Echinops banaticus, Digitalis ferruginea, Allium sphaerocephalon, Eremurus robustus y Salvia nemorosa son algunas de las que están en mi lista de los deseos para este año. 
  • Tratar de introducir en nuestro jardín plantas silvestres que crecen en nuestros montes y tienen un atractivo innegable. Identificarlas primero no estaría mal. 
  • Y por último y más importante: poner toda mi fe en que el criterio estético de mi mujer, como dos vidas más desarrollado que el mío, ponga algo de orden en todo esto. 
Bueno, pues si ya sabes lo que quieres hacer de qué te quejas. Pues me quejo de que tener un referente cercano se agradece, alguien que demuestre con hechos que un jardín de este estilo en nuestra tierra no es una utopía. Por eso me he alegrado tanto al conocer el estudio de paisajismo Planta Paisajistas. El estudio está formado por Enriqueta León del Olmo y Olmo Rengifo Carreras. Ambos estudiaron en la Escuela de Jardinería y Paisajismo Castillo de Batres y en el 2009 se unieron para ofrecer servicios de mantenimiento, diseño y construcción de proyectos de jardinería y paisajismo. Pertenecen al grupo de los valientes de los que hablábamos hace un momento. Y en su porfolio he encontrado con alegría la mejor demostración de que un jardín estilo Nueva Ola de Perennes es viable en nuestra tierra: su Jardín Laboratorio en la provincia de Segovia. En él experimentan con más de trescientas especies y variedades jugando con el diseño de composiciones en base a las exigencias y evolución de las diferentes plantas. Esta experimentación les entrega un resultado inmediato, porque los macizos resultantes no desmerecerían en el jardín de cualquier afamado jardinero, pero además les aporta una herramienta inigualable, porque como señalan ellos mismos en su web, de esos macizos surgen muchas de las ideas y las plantas que luego utilizarán en los proyectos que ejecutan con sus clientes. También abren su jardín a los visitantes que quieran acercarse a conocerlo y se plantean la creación de un vivero. En definitiva, siguen los pasos de glorias como Mien Ryus, Piet Oudolf o Beth Chatto, pero en Segovia, a tiro de piedra de mi parcela. Lo que para mí tiene un valor incalculable, porque qué quieren que les diga, la provincia de Segovia la veo bastante más tangible que el condado de Essex. A continuación algunas fotos de esta maravilla de jardín. 












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