sábado, 28 de julio de 2012

Stonehenge del Siglo XX


Cada vez me gusta más el Land Art como herramienta para despertar la sensibilidad del espectador hacia el paisaje. Esta corriente artística, se basa en el empleo de la topografía como soporte, materia prima y fondo de la creación artística. Mediante la modificación de una fracción, a menudo mínima, del paisaje a través de disciplinas como la escultura, la arquitectura y el paisajismo, se genera una obra capaz de generar una emoción plástica en el espectador, capaz de comunicar algo. 
En el fondo sólo podemos decir que el concepto es nuevo es su definición y en su objetivo puramente estético que deja de lado la utilidad o el componente religioso, porque esto lleva existiendo desde que el hombre es hombre, como nos demuestran las líneas de Azca o los menhires de Stonehenge. De hecho, un camino, una vía de tren, un puente, o un simple claro abierto en mitad de un bosque pueden ser inmejorables ejemplos de Casual Land Art (ale, ya me acabo de inventar un término, voy corriendo a patentarlo)
En este caso, me ha llamado la atención la obra Siglo XX del escultor (o cantero, no sé cuál sería la mejor definición) alemán Ulrich Rückriem, ubicada en Abiego, Huesca. La obra está forma por veinte pilares de un metro de base y casi cuatro metros de altura clavados en el terreno, en una cuadrícula que no tiene nada de aleatoria. La situación de las columnas permite que la relación entre ellas varíe radicalmente a medida que nos movemos, hasta el punto de que desde la distancia del campo abierto oriental, llegan a parecer un muro compacto, "un zócalo que soporta el horizonte", que se abre a medida que nos acercamos a él. 
La obra forma parte del proyecto Arte y Naturaleza del Centro Arte y Naturaleza de la Fundación Beulas. En el proyecto, "se han creado varias intervenciones artísticas en lugares escogidos de la provincia, constituyendo una colección itinerario". La idea me parece estupenda, porque si una obra de Land Art es capaz de despertar la sensibilidad del espectador hacia un paisaje concreto, un itinerario podrá despertar la sensibilidad del viajero hacia el paisaje de toda una provincia. Cada una de las siete intervenciones en el paisaje que forman el proyecto, es obra de un artista distinto: Per Kirkeby, Richard Long, Siah Armajani, Fernando Casás, David Nash, Alberto Carneiro y el ya mencionado Ulrich Rückriem. El conjunto una colección a cielo abierto que invita a recorrer el territorio oscense. 






Con esta obra podemos entender qué persigue el Land Art. El paisaje ya estaba ahí, los olivos, los almendros, el fondo montañoso. Toda España es una sucesión de paisajes como éste, pero aquí el artista es capaz de despertar nuestro interés por este espacio concreto, nos obliga a enfrentarnos a él, nos anima a dejarnos seducir. Las montañas parecen más montañas, los campos de cultivo de almendros parecen colocados a propósito, hasta la pradera donde se levanta pasa de ser un simple erial a ser una alegoría de una tierra antiquísima que lleva siendo arañada por el hombre desde que éste existe.  ¿No?. Bueno, igual le estoy dando demasiadas vueltas, pero me resulta muy bonito. 

jueves, 26 de julio de 2012

La susurradora de mariposas

En el frente de la casa, en una ladera que se desliza hacia el muro de contención que crea un patio habitable, hemos realizado con mucho esfuerzo nuestra primera plantación de una extensión que se merezca tal nombre. Casi trescientos metros cuadrados de Lavandula angustifolia en curvas concéntricas que giran entre encinas buscando romper con la geometría lineal de la casa y los muros de contención. 
No nos costó elegir lavanda como especie a plantar, cumplía todos los requisitos: es resistente al frío y la sequía, disponemos cerca de viveros que la suministran a un precio asequible, el período de floración es amplio y estéticamente nos encanta. Pero aún así, alguna pega tenía, como por ejemplo, su capacidad para atraer un gran número de abejas a una zona muy cercana a la casa. Nuestra sorpresa ha sido que en su primer año, no ha habido rastro de abejas y en cambio llevamos tres semanas acompañados de bandadas de mariposas que se ponen las botas en las olorosas espigas moradas. Tantas mariposas hay, que mis hijas se han especializado en la caza de mariposas sin muerte. Especialmente la pequeña, es toda una especialista en acercarse a ellas, cogerlas por las alas con toda la suavidad de sus dedos de tres años y soltarlas a volar entre risas. Toda una susurradora de mariposas. 



martes, 24 de julio de 2012

Jardín estepario de Ten Eyck


Hay que fastidiarse, toda la vida suspirando impaciente porque mi jardín fuera un bosque, y ahora que tengo un bosque no dejo de admirar jardines esteparios donde la planta más alta no sobrepasa la rodilla. Para muestra otro ejemplo de jardín que saca todo el partido del paisaje semidesértico que le rodea en lugar de recluirse sobre sí mismo y aislarse de él. Haciendo un uso mínimo de recursos, apoyándose en muros de contención y senderos de hormigón tosco como su clima, espacios delimitados con borduras de acero corten y plantaciones adaptadas a la aridez de la zona, el jardín genera una sensación de continuidad con el paisaje infinito que se extiende a sus pies. Al final, en lugar de un jardín, los arquitectos han entregado a los propietarios un desierto para ellos solos. 









El proyecto es obra del estudio de paisajismo de Christine Ten Eyck. La firma, con sedes en Phoenix, Arizona y Austin, Texas, está especializada en el diseño de jardines adaptados a un clima de dureza de pedernal y ya cuenta en su haber con varios premios ASLA.
Fuente: Ten Eyck

miércoles, 18 de julio de 2012

La modesta complejidad de Bernard Trainor

Hay una frase de Borges al hilo de los escritores nóveles que me encanta: al principio, todo escritor es barroco, vanidosamente barroco, y al cabo de los años puede lograr, si son favorables los astros, no la sencillez, que no es nada, sino la modesta y secreta complejidad.
La frase puede aplicar a casi cualquier actividad creativa. Alguien que se enfrente por primera vez a la decoración de una casa deberá vencer a todos sus demonios para no saturarla con cada uno de los muebles y detalles de los que se encapriche. Del mismo modo que he conocido ingenieros de software que competían por ver quién desarrollaba la solución más alambicada. Y por su puesto, el proceso de creación de un jardín, es un proceso de renuncia constante si no quieres terminar teniendo una colección de plantas soñadas pero incapaces de encajar en algo con una mínima ambición de conjunto. 
Pero la corrección del proceso creativo para evitar lo recargado y rebuscado no se limita a desechar, hay que seleccionar, inventar, diseñar, investigar y equivocarse una y otra vez. Alcanzar la modesta y secreta complejidad está sólo al alcance de los más pacientes. En el mundo de la jardinería, como en la literatura, siento que un autor lo ha conseguido cuando se vuelve trasparente en su obra. Quizás por eso, aunque me gustan y los considero obras de arte, no terminan de convencerme los jardines verticales de Patrick Blanc. Es un genio con un conocimiento estratosférico de las plantas y de la composición, pero eso se nota demasiado. No puedes mirar un muro de Patrick Blanc sin pensar en Patrick Blanc. Yo prefiero esos jardines que pueden llegar a pasar desapercibidos para el ojo inexperto, los que transmiten sosiego, armonía y belleza sin llevar estampada una firma que invariablemente chille: ¡ qué tío este jardinero!. La modesta complejidad. 
Es quizás en Estados Unidos donde encuentro mejores ejemplos de esta modesta complejidad, el último ejemplo que he encontrado, este jardín en California del paisajista Bernard Trainor. Este paisajista de origen australiano se reconoce seguidor de los principios del arquitecto Glenn Murcutt, que afirma ver la simplicidad no tanto como un rechazo de la complejidad, sino como una aclaración de lo significante. No creo que la simplicidad de Murcutt, difiera mucho de la complejidad de Borges.
Trainor trabajó en Inglaterra con Beth Chatto, y sus ideas naturalistas enfocadas a buscar siempre la planta adecuada para el sitio adecuado han dirigido su obra desde entonces hacia la senda de los jardines sostenibles y naturales en los que predominan las especies nativas, el camino de los jardines que visualmente se convierten en una parte integral de la naturaleza a la que pertenecen, paisajismo a favor del paisaje que decíamos otro día. 
En este caso, los dueños de la propiedad estaban enamorados del emplazamiento de su finca y no querían que nada interfiriera con él. La obra del paisajista debía integrar una casa de corte contemporáneo y lineas limpias en una paisaje espectacular. Para ello Trainor renunció a cualquier cuadrícula formal, a cualquier eje que alienase la composición, a cualquier línea que separara lo diseñado de lo natural. Para las plantaciones decidió restaurar la praderas de plantas nativas y realizó plantaciones puntuales de hierbas altas y especies exóticas adaptadas al clima y capaces de añadir un acento al conjunto. El resultado, una casa y una piscina que parecen abandonadas en mitad de los prados de un enorme paisaje. 
 
Trainor creó también una serie de espacios confortables que eliminan mediante muros de contención de piedra la pendiente natural de la parcela y permiten disfrutar a sus propietarios del exterior con comodidad. En algún caso, esos espacios exteriores son patios que generan intimidad, refugio y descanso a la vista, un antídoto contra la agorafobia que puede llegar a provocar paisajes tan inmensos. Se puede ver muy bien en el contraste entre las vistas de esta puerta y el recogimiento del patio al que accede. 
El inmenso árbol, espectacular, es un Laurel de California, Umbellularia californica.
Creo que si este proyecto me ha gustado tanto, ha sido por los ecos que encuentro en él de nuestra aventura: la casa de corte moderno que se desliza sobre la pendiente de la parcela, acceso a la finca desde el punto de mayor altitud, lo que permite aislar la casa de los caminos y enfrentarla al paisaje, construcción de patios acotados por muros que entregan espacios cómodos e íntimos, la necesidad de crear algo respetuoso con un paisaje que encandila los propietarios y la necesidad de emplear especies de bajo mantenimiento y autóctonas, para conseguir el punto anterior y también para reducir el mantenimiento en una parcela de importante extensión. 
 

domingo, 15 de julio de 2012

Apuntar maneras

Mi hija mayor, a sus cinco años, ya muestra un claro interés por la jardinería y la arquitectura:
-Mama, ¿las casas se plantan y crecen o se consiguen con dinero?

jueves, 12 de julio de 2012

Arquitectura nacida del paisaje

Aragón, como las dos Castillas, tiene paisajes descarnados hechos a base de cierzo, piedra y arcilla. Las casas de antaño construidas de adobe de barro y paja, o de piedra para quien se lo podía permitir, se fueron perdiendo desplazadas por las ventajas evidentes de los nuevos materiales, y con ellas se ha perdido un tipo de construcción que parecía nacida del paisaje, nunca impuesta sobre él. El arquitecto Sixto Marín nos enseña en su Centro de Interpretación del Paisaje de Sabayés, Huesca, como recuperar ese espíritu sin dejar de lado la riqueza de los avances arquitectónicos. 






Y si difícil es conseguir que semejante volumen se integre en semejante paisaje, más difícil puede ser conseguir reflejar en una fotografía todo lo evocador que tiene el conjunto. En palabras de Pedro Pegenaute, el autor de las fotografías incluidas en esta entrada, "hacer fotografías es fácil, está al alcance de cualquiera, pero no conseguir que éstas tengan Alma". Estoy de acuerdo, y creo que gran parte del placer que obtengo con la obra de paisajistas y arquitectos se lo debo a los fotógrafos, muchas veces desconocidos, que son capaces de evocar en una fotografía el Alma de la obra de aquellos. Desde luego, Pedro Pegenaute lo ha conseguido en su reportaje sobre la obra de Sixto Marín.  

martes, 10 de julio de 2012

Millenium Forest

Si en una entrada anterior decía que los grandes paisajistas suelen arrastrar una huella, una especie de marca de identidad que los vincula irremediablemente a sus orígenes climáticos y culturales, hoy vengo a decir algo que puede parecer contradictorio: los grandes paisajistas son universales y globales. Universales porque son capaces de crear paisajes que contienen elementos de proporción, ritmo y equilibrio que tocan el alma de cualquiera porque responden a patrones y valores intrínsecos al ser humano. Globales porque pueden crear sus obras en cualquier país y clima que les plantee un reto delante. Fernando Caruncho es el jardinero mediterráneo, pero el jardín que diseñó en Nueva Jersey es una maravilla. Piet Oudolf es el plantsman holandés, y su jardín en Barcelona es una joya. Y uno de mis paisajistas preferidos, Dan Pearson, es inglés, pero si hace un tiempo publiqué una entrada de su obra italiana, hoy lo hago de la japonesa. El Millenium Forest.
Este espacio de 240 hectáreas al norte de Japón, es el resultado del cargo de conciencia de Mitsushige Hayashi, un empresario del mundo de la prensa que pretende contrarrestar las emisiones de CO2 de su industria con un jardín de ambiciones milenarias. Lo de milenario procede de una idea bastante romántica a la altura de la cultura japonesa: debemos dejar de tomar decisiones basadas en el minúsculo margen de tiempo de una vida humana y adoptar como criterio un sentido milenario del tiempo basado en el rango temporal de la vida de los árboles. ¿Cómo sería nuestro entorno si dejáramos de explotarlo y tratáramos de coexistir con él? Los responsables del Millenium Forest creen que la respuesta está en los bosques. Lo de contrarrestar las emisiones de carbono quizás sea lo de menos, para mi lo más interesante del sueño del empresario japonés es la idea de creación y preservación de un espacio abierto abierto al público con el objetivo de educar, concienciar y enamorar. En base a las fotos de este lugar, no me puedo creer que nadie que haya paseado por él sea indiferente al futuro de los bosques de un país como Japón, que pese a los tópicos, es de los más forestados del mundo. Educación como pilar de la conservación. 
El jardín es un ejemplo más de que un clima con predominancia invernal no es incompatible con jardines espectaculares en todas las estaciones. La extensión del archipiélago nipón hace que su clima vaya de lo subtropical, hasta el caracterizado por un invierno que se extiende desde Septiembre hasta finales de Abril castigado por grandes nevadas y heladas que superan los diez grados bajo cero. Ese último es el clima de Hokkaido, la isla más norteña del archipiélago donde se encuentra el Millenium Forest. 
El Millenium Forest, como no podría ser de otra manera, es principalmente bosque. Un bosque de alerces, hayas, magnolios y robles, accesible a través de pasarelas de madera y del que se están eliminando plantas invasivas como bambú, y repoblando a través de plantaciones y siembras que luego son dejadas en libertad para que se imponga la selección natural y se obtenga un bosque sano y robusto. Se podría decir que ya estamos otra vez con el jardín salvaje y el jardín en movimiento a cuestas. Por cierto, el proceso que están realizando de eliminación mediante desbrozado del bambú para facilitar la expansión de flores y hierbas me recuerda al que estoy siguiendo yo mismo con los rebrotes de Quercus pyrenaica (con éxito muy parcial, me temo). 


Pero el parque cuenta con otras zonas abiertas a la luz años ha para fines agrícolas y que ahora se han actualizado con el fin de facilitar y promover la integración de la gente con la naturaleza de la zona. Puede que sean estos espacios abiertos los que sean más interesantes desde el punto de vista de la creación paisajística y donde el estudio de Dan Pearson ha demostrado su buen hacer.  La primera, el Earth Garden,  es un espacio de 5 hectáreas con el que te topas al emerger del bosque. Para facilitar la transición de la sombra a la luz y suavizar el enlace del jardín con las montañas circundante se ha moldeado el terreno con una serie de pequeñas colinas cubiertas de hierba. Land Art para sensibilizar al espectador sobre el paisaje que le rodea. 

El segundo es mi favorito, el Meadow Garden, una pradera de arbustos y hasta 35.000 perennes que consigue emular la flora nativa de la zona. Es uno de los mejores ejemplos que he visto sobre cómo una interpretación, que no imitación, de la naturaleza, puede potenciar la sensación de salvaje y espontáneo hasta límites insospechados. Su objetivo es equilibrar el jardín con el entorno salvaje y ayudar a comprender a los visitantes la relación entre la flora nativa y las plantas que sólo solemos ver en jardines.







 Además de estos jardines, el parque cuenta con una granja de productos lácteos, y un huerto que produce frutas y verduras para el restaurante del parque. Estos dos componentes cierran el ciclo de relación entre el hombre y la naturaleza y dan plenitud al objetivo educador del lugar. 

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