martes, 10 de julio de 2012

Millenium Forest

Si en una entrada anterior decía que los grandes paisajistas suelen arrastrar una huella, una especie de marca de identidad que los vincula irremediablemente a sus orígenes climáticos y culturales, hoy vengo a decir algo que puede parecer contradictorio: los grandes paisajistas son universales y globales. Universales porque son capaces de crear paisajes que contienen elementos de proporción, ritmo y equilibrio que tocan el alma de cualquiera porque responden a patrones y valores intrínsecos al ser humano. Globales porque pueden crear sus obras en cualquier país y clima que les plantee un reto delante. Fernando Caruncho es el jardinero mediterráneo, pero el jardín que diseñó en Nueva Jersey es una maravilla. Piet Oudolf es el plantsman holandés, y su jardín en Barcelona es una joya. Y uno de mis paisajistas preferidos, Dan Pearson, es inglés, pero si hace un tiempo publiqué una entrada de su obra italiana, hoy lo hago de la japonesa. El Millenium Forest.
Este espacio de 240 hectáreas al norte de Japón, es el resultado del cargo de conciencia de Mitsushige Hayashi, un empresario del mundo de la prensa que pretende contrarrestar las emisiones de CO2 de su industria con un jardín de ambiciones milenarias. Lo de milenario procede de una idea bastante romántica a la altura de la cultura japonesa: debemos dejar de tomar decisiones basadas en el minúsculo margen de tiempo de una vida humana y adoptar como criterio un sentido milenario del tiempo basado en el rango temporal de la vida de los árboles. ¿Cómo sería nuestro entorno si dejáramos de explotarlo y tratáramos de coexistir con él? Los responsables del Millenium Forest creen que la respuesta está en los bosques. Lo de contrarrestar las emisiones de carbono quizás sea lo de menos, para mi lo más interesante del sueño del empresario japonés es la idea de creación y preservación de un espacio abierto abierto al público con el objetivo de educar, concienciar y enamorar. En base a las fotos de este lugar, no me puedo creer que nadie que haya paseado por él sea indiferente al futuro de los bosques de un país como Japón, que pese a los tópicos, es de los más forestados del mundo. Educación como pilar de la conservación. 
El jardín es un ejemplo más de que un clima con predominancia invernal no es incompatible con jardines espectaculares en todas las estaciones. La extensión del archipiélago nipón hace que su clima vaya de lo subtropical, hasta el caracterizado por un invierno que se extiende desde Septiembre hasta finales de Abril castigado por grandes nevadas y heladas que superan los diez grados bajo cero. Ese último es el clima de Hokkaido, la isla más norteña del archipiélago donde se encuentra el Millenium Forest. 
El Millenium Forest, como no podría ser de otra manera, es principalmente bosque. Un bosque de alerces, hayas, magnolios y robles, accesible a través de pasarelas de madera y del que se están eliminando plantas invasivas como bambú, y repoblando a través de plantaciones y siembras que luego son dejadas en libertad para que se imponga la selección natural y se obtenga un bosque sano y robusto. Se podría decir que ya estamos otra vez con el jardín salvaje y el jardín en movimiento a cuestas. Por cierto, el proceso que están realizando de eliminación mediante desbrozado del bambú para facilitar la expansión de flores y hierbas me recuerda al que estoy siguiendo yo mismo con los rebrotes de Quercus pyrenaica (con éxito muy parcial, me temo). 


Pero el parque cuenta con otras zonas abiertas a la luz años ha para fines agrícolas y que ahora se han actualizado con el fin de facilitar y promover la integración de la gente con la naturaleza de la zona. Puede que sean estos espacios abiertos los que sean más interesantes desde el punto de vista de la creación paisajística y donde el estudio de Dan Pearson ha demostrado su buen hacer.  La primera, el Earth Garden,  es un espacio de 5 hectáreas con el que te topas al emerger del bosque. Para facilitar la transición de la sombra a la luz y suavizar el enlace del jardín con las montañas circundante se ha moldeado el terreno con una serie de pequeñas colinas cubiertas de hierba. Land Art para sensibilizar al espectador sobre el paisaje que le rodea. 

El segundo es mi favorito, el Meadow Garden, una pradera de arbustos y hasta 35.000 perennes que consigue emular la flora nativa de la zona. Es uno de los mejores ejemplos que he visto sobre cómo una interpretación, que no imitación, de la naturaleza, puede potenciar la sensación de salvaje y espontáneo hasta límites insospechados. Su objetivo es equilibrar el jardín con el entorno salvaje y ayudar a comprender a los visitantes la relación entre la flora nativa y las plantas que sólo solemos ver en jardines.







 Además de estos jardines, el parque cuenta con una granja de productos lácteos, y un huerto que produce frutas y verduras para el restaurante del parque. Estos dos componentes cierran el ciclo de relación entre el hombre y la naturaleza y dan plenitud al objetivo educador del lugar. 

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