Patio de Granados en el Cigarral de Menores, Toledo |
La jardinería es una peculiar disciplina artística. No se me ocurre otra en la que el resultado final sea fruto de la labor conjunta de dos autores: el diseñador y la naturaleza. De hecho, siendo estrictos, no tiene sentido hablar de resultado final, porque un jardín nunca será algo estático y finalizado. Así que para hablar del trabajo de un paisajista quizás sea más apropiado hablar de punto de partida que de resultado final. Ese punto de partida, que un paisajista ha diseñado y un constructor implementa, luego será moldeado por el jardinero y la naturaleza en una relación de amor-odio que como en un matrimonio enloquecido alternará los momentos de amor más intenso con las amenazas de divorcio inminente. Igual de iluso es pensar que podemos dejar el jardín en manos de la naturaleza, que suponer que el jardinero podrá imponer su voluntad a su antojo. Están condenados a pelear. ¿Pueden ser paisajista y jardinero la misma persona? Pues a veces sí (especialmente en jardines privados) y otras veces no (casi siempre que el jardín sea obra de un paisajista profesional). Y esta es la segunda peculiaridad de este arte tan efímero: la visión inicial del artista, ese paisajista que diseña, se puede ver profundamente modificada con el paso de los años por el trabajo de la persona que mantiene, el jardinero. Habrá veces que el paisajista y el jardinero colaborarán en el mantenimiento del jardín, pero otras el paisajista desaparecerá de escena después de un tiempo. De forma que llegado un punto, será lícito preguntarte quién es realmente el artista. La realidad es que en libros y blogs se habla mucho de paisajistas y poco de jardineros. En Inglaterra, la figura de Jardinero Jefe está consistentemente establecida y es un puesto de gran reputación. En España, me temo que no tanto. Creo que vemos al jardinero como el señor que riega y poda y poco más. A veces hasta se ve al paisajista como el señor que riega y poda y poco más. Veamos un ejemplo de lo que les digo. Hace unos años en una entrevista Fernando Caruncho decía lo siguiente:
"Soy jardinero, no paisajista. Desde muy joven digo que soy jardinero, porque es una palabra que arrastra una memoria de 5.000 años, llena de matices, que no quiero que se pierda. No solo es jardinero el de las tijeras, es el hombre que quiere vivir en el jardín para acceder a otra manera de conocimiento".
A esto me refería, a la visión del jardinero como "el de las tijeras". Igual le busco tres pies al gato, pero me suena algo despectivo ese "el de las tijeras". Como decía Forrest Gump, tonto es el que hace tonterías. Pues jardinero es el que practica la jardinería. Así que sí, jardinero será el de las tijeras que además será el del pico, la pala, la azada, la carretilla, el rastrillo, la manguera, los temporizadores de riego y tantas y tantas cosas. Y su influencia en el jardín será determinante, porque la realidad es que el que quiera vivir en el jardín para acceder a otra manera de conocimiento, necesita al señor de las tijeras. Que dicho sea de paso, más vale que atesore buenas dosis de conocimiento.
Esa imagen bucólica del jardinero flotando sobre su nube contemplativa que nos daba Caruncho en aquella entrevista, se repite mucho aunque me temo que no se corresponde con la realidad. Hay propietarios de jardines, hay diseñadores de jardines (que solemos llamar paisajistas, arquitectos o arquitectos paisajistas), y hay jardineros que practican la jardinería. Y casi nunca se practica la jardinería con un Lacoste puesto. Siempre me ha llamado la atención lo poco que se habla sobre lo esforzado de la labor del jardinero. Para ser jardinero hay que trabajar duro y mancharse mucho de tierra. Recuerdo haber leído a Beth Chatto contando sus problemas de artrosis derivados de horas y horas de trabajo, del levantamiento de pesos demasiado grandes para ella. Pero esta sinceridad es la excepción, sobre esta parte física de la jardinería no suele decirse mucho. Ahora se lleva hablar de lo amigos que somos de los bichitos del jardín, del huerto sin cavar, del imposible de tener un jardín sin hacer nada. En el último número del Gardens Illustrated aparece reseñado un libro que se titula: "El Jardinero con diez minutos: una guía mes a mes para cultivar por ti mismo". Por lo que parece el libro está bien, pero el título es una vergüenza. No parece incluir nada que se pueda hacer en diez minutos. No lo lo digo yo, lo dice Caroline Beck que reseña el libro. Me basta con sus palabras: "Hay una sección sobre el cavado doble. ¿De verdad?. No en mi suelo norteño, y ciertamente no en menos de dos días: uno para cavar, y otro para la cita con el osteópata". La entiendo, yo hoy necesito un osteópata. Mi huerto son diez cubos de acero que hacen de bancales elevados. Perfectos para esto del huerto sin cavar. Si no fuera porque las encinas cercanas han dicho que eso es suyo y no de los tomates. Y ahora tengo diez bancales elevados invadidos por raíces. No queda otro remedio que vaciar cada cubo (algo más de un metro cúbico), cortar las raíces, proteger el fondo con malla antihierbas, y volver a rellenar el cubo. Y así por diez. Y cruzando los dedos para que la malla antihierbas funcione y el año que viene no estemos en las mismas. Esa fue mi manera de acceder a otra forma de conocimiento el pasado fin de semana.
Para que vean que no les miento. Aquí mi primer cubo limpio de raíces |
Hace poco una amiga me decía: seguro que ya tienes una lista de todo lo que quieres hacer este invierno en el jardín. Se rió bastante cuando le respondí: cuatro páginas. Esto de los cubos era una miserable línea de las cuatro páginas. Por supuesto la cantidad de trabajo a realizar es proporcional a la envergadura del jardín. Pero si te estás planteando tener un jardín de cierto tamaño, no está de más que tengas a mano el teléfono de un buen osteópata. En definitiva: si no valoramos lo complicado y exigente que puede ser mantener un jardín, tampoco vamos a valorar la labor de un jardinero.
La pasada primavera tuve la oportunidad de acudir al I Congreso de Paisajismo de la Universidad Rey Juan Carlos. Disfruté de ponencias de profesionales de gran nivel, y tuve la oportunidad de conocer algunas personas muy interesantes. La charla en el descanso con una de esas personas, y dos comentarios en las ponencias, encendieron la chispita de esta entrada. El primer comentario fue de Silvia Villegas, conservadora jefa de la unidad de horticultura del Botánico de Madrid, que cerró su charla agradeciendo el trabajo a los jardineros, porque sin ellos los jardines no serían posibles. Hubo encendidos aplausos en la sala. Parece que había unos cuantos jardineros. El segundo comentario fue de Miguel Urquijo, que vino a decir algo así como necesitamos a los jardineros y mira que es difícil encontrar uno bueno. Aquí no hubo ni pizca de aplausos y sí un murmullo contenido de cabreo. En fin, yo de ser jardinero no me habría sentido ofendido por el comentario de Miguel. Diría que el hecho de mostrar el interés suficiente como para estar en esas charlas ya es garantía de que los allí presentes eran buenos jardineros. Además, estoy de acuerdo con él, no andamos sobrados de buenos jardineros. No hay más que darse una vuelta por nuestras calles y jardines públicos y ver alguna de las barbaridades que se hacen. En general digamos que hay cierta tendencia hacia la explotación agrícola de los jardines, y parece que la poda es extremadamente importante para algunos.
En uno de los descansos de las charlas, tuve la oportunidad de conocer a Ángel Domínguez, propietario del vivero el Vergel del Cerro en Toledo. Ángel me contó su aproximación profesional al mundo del paisajismo, y me pareció una idea brillante que venía a dar solución a esa pelea entre necesidad y carencia de buenos jardineros. Aprovechando la alta densidad de grandes jardines que hay en los alrededores de Toledo, Ángel ha aprovechado sus conocimientos para hacerse un hueco como lo que Miguel García ha llamado en Facebook Landscape Keeper. No sé si este término ya existía en el mundillo, y si no había que inventarlo. Durante su trabajo como responsable de un vivero, Ángel notó que mucha gente adinerada encargaba sus jardines a importantes paisajistas, que una vez implantado el jardín tendían a desaparecer. En ese momento los jardines quedaban en manos de empresas locales que muchas veces no tenían el conocimiento necesario para mantener y evolucionar el jardín. Ángel emplea un sencillo ejemplo que lo explica: ¿tú te comprarías un Ferrari y luego lo llevarías al taller del pueblo?. Pues no. El mecánico del pueblo, podrá ser un manitas y tener una gran disposición, pero es difícil que tenga los medios y conocimientos tecnológicos necesarios. Pues con estos jardines modernos en zonas rurales pasa lo mismo. Los jardineros en el mejor de los casos tendrán un conocimiento muy acotado a lo que han hecho siempre, y en el peor serán agricultores y forestales reconvertidos a jardineros con una sensibilidad reducida hacia las necesidades de un jardín. La aproximación de Ángel es muy de consultor. Hace una visita al jardín y elabora un plan de acción y mantenimiento que viene a complementar las tareas de mantenimiento de jardineros locales. El pasado otoño Gema, Miguel García, Gonzalo Morillo y yo pudimos visitar con Ángel algunos de los jardines en los que trabaja en los alrededores de Toledo.
De izquierda a derecha: Gonzalo Morillo, Miguel García, Ángel Domínguez, Gema Pérez y un servidor. |
En joyas como el Palacio de Galiana y el Cigarral de Menores pude comprobar en vivo lo que Ángel me había explicado. Y eso que estos jardines puede que no sean el mejor ejemplo, porque por lo que vi cuentan con excelentes jardineros, personas que los mantienen con un orden, una limpieza y un cuidado exquisitos. Pero aún así adolecen de dos cosas que Ángel viene a complementar. La primera es la capacidad. Lino, el jardinero del Palacio de Galiana, me pareció un profesional con gran dedicación su trabajo. Pero si tuviera que podar él solo las decenas de enormes cipreses del jardín, posiblemente no pudiera hacer ninguna de las otras cientos de cosas que habrá que hacer en el jardín. Ángel cuenta con un equipo de jardineros capaces de afrontar trabajos especialmente exigentes.
Gonzalo, Miguel, Lino, Ángel y otro Miguel |
La segunda aportación de Ángel es más sutil y quizás es donde aparece su valor diferencial. La experiencia de alguno de estos jardineros que conocimos se circunscribe a un único jardín. Es decir, a unas circunstancias de suelo, clima y luz muy particulares. Y a unas plantas muy concretas. Eso les da un conocimiento muy grande de ese contexto determinado, pero les puede faltar perspectiva cuando un factor externo lo modifica. Un rediseño del jardín, una nueva plantación, una nueva plaga, pueden ponerles en una situación comprometida. En el otro extremo, al paisajista que diseña un jardín puede faltarle conocimiento específico de la zona. Piet Oudolf, en sus diseños suele contar con algún joven profesional de la zona. Pues si quisiera hacer un jardín en Toledo podría contar con Ángel. Porque en definitiva lo que Ángel viene a aportar es un conocimiento transversal que suma conocimiento específico de la zona y conocimiento técnico más general. Por referencias que me llegan de él, creo que esta suma de conocimientos, le lleva a tener lo que los anglosajones llaman un Pulgar Verde, ese toque mágico, esa capacidad de adivinar lo que le pasa a una planta, lo que hay que hacer para que esa pradera de césped deje de amarillear o el huerto estéril empiece a producir. Hay personas que tienen un pulgar verde, y por supuesto no tiene nada que ver con la magia o con un regalo divino. Como señala Michael Pollan en su libro Second Nature, ese pulgar verde puede ser una particular forma de memoria, un compendio de pequeñas historias, de fracasos y victorias, que han sido destiladas hasta el punto en el que el jardinero puede sacar provecho de sus lecciones sin siquiera pensar en ello. En ese mismo libro, Pollan clasifica los fallos de un jardín en tres categorías. La primera es lo que podríamos llamar los actos de Dios, o las cosas de la naturaleza. Si plantas tomates en Mayo y cae una helada, mala suerte. Las otras dos categorías tienen más que ver con el buen hacer del jardinero. La segunda sería los problemas de infracultivo, cuando el jardinero no ha sido capaz de alterar su espacio hasta el nivel que sus plantas requieren. No ha sido capaz de domar lo suficiente a la naturaleza. Esto es propio de jardineros novatos o perezosos. La tercera categoría son los problemas de sobrecultivo, cuando el jardinero se excede en sus intervenciones. No es difícil encontrar ejemplos en nuestras calles y parques. Demasiada poda, demasiado abono, demasiados pesticidas. Pues bien, un pulgar verde es el jardinero capaz de caminar por la línea que separa los peligros del infracultivo y los del sobrecultivo. Ángel trabaja en un buen número de jardines, así que le aventuro que seguirá atesorando historias que le permitirán caminar con agilidad por esa fina y emocionante línea.
¡Qué sorpresa ver que hoy escribes sobre Ángel! Grandísima persona y profesional, es también un recurso imprescindible para los "jardinerillos" de la zona que carecemos de grandes fortunas para invertir en nuestros jardines y de la experiencia suficiente para saber qué es lo que funcionará y qué no va a dar resultado en nuestro entorno. Enhorabuena por el artículo, y un beso para Ángel
ResponderEliminarGracias por comentar. Estoy seguro de que Ángel es un enorme apoyo para todos que anden cerca de él. Un saludo
EliminarQue bonita entrada Miguel, y por supuesto muy necesaria para la comprensión del trabajo que hay detrás de un jardín. En esencia, se trata de una cadena en la que todos los eslabones tienen que estar perfectamente unidos para que el resultado perdure en el tiempo. Muchas gracias!
ResponderEliminarGracias a ti Gonzalo. Ese era el objetivo, intentar mostrar una pizca de todo lo que hay detrás de un buen jardín. Espero que tengamos la oportunidad de compartir más jornadas como las de las fotos de esta entrada. Un abrazo
EliminarInteresante el artículo. Como jardinero me identifico con muchas cosas. Una cuestión a detallar sería el de los encargos de personas adineradas a paisajistas. Posiblemente uno de los problemas es que buscan un jardín para presumir de él y que "me lo ha hecho fulanito de copas" le interesa poco cómo se mantenga y si se estropea ya le harán otro. Es como cambiar de cocina en tu piso. Y si, es verdad, hoy en día prima la economía sobre la profesionalidad pero eso no significa que no haya profesionales. Conozco bien Galiana y algunos cigarrales en Toledo. Toledo tiene la dificultad de poco suelo fértil y temperaturas extremas. Es difícil ser jardinero en Toledo. Saludos desde Sevilla
ResponderEliminarGracias Rafael. Toledo es un sitio complicado para la jardinería, sí, pero qué grandes jardines tienen. Gracias a los jardineros que los mantienen. Y también a propietarios que gracias a dios saben valorar lo que tienen. Aunque cómo dices, no se puede decir siempre lo mismo. Un saludo
EliminarInteresantísimo articulo, y también me ha complacido que en él se reconozca el labor y arte de mi querido primo Angel. un abrazo. Rosi
ResponderEliminarMuchas gracias. Me alegro de que te haya gustado.
EliminarEl artículo es bueno,sí, pero la referencia a Ángel y a sus hermanos, lo digo yo, es la referencia al conocimiento, a la honradez, al amor al otro desde el color de las flores y, sobre todo, al CORAZÓN VERDE que impulsa su vocación. Gracias.
ResponderEliminarEso creo yo también. Gracias
EliminarDe lo que hablas en castellano, o al menos asi lo aprendi yo, se llama en fitotecnia principio de localidad...segun iva leyendo iva aflorando el termino... Yo tampoco considero jardinero al diseñador de jardines, per se, no se si hace falta mancharse de tierra pero desde luego a pie de obra/jardín las cosas se ven desde otro angulo completamente distinto al de la mesa de dibujo...
ResponderEliminarMi felicitacion por los buenos articulos que aparecen en tu blog que yo no conocia,te seguire vistando.
ResponderEliminarAdemás de mi felicitación por el artículo que me ha resultado muy interesante, quisiera hacer una mención especial a Ángel, el cual supo crear en un espacio, bastante hostil en mi opinión por lo pobre del terreno y las temperaturas extremas, un paisaje que combina perfectamente con un vergel, jardin, zona forestal,árboles ornamentales y de sombra, y que según Ángel esto iba a constituir el fondo de armario. Actualmente el armario se ha ido rellenando y el paisaje resultante es espectacular, para mi es lo más parecido a un oasis en mitad de un desierto en forma de tierras de secano muy castigada por la persistente sequia. Por último, mi agradecimiento a Ángel por su labor, no sólo a la paisajística y de jardinería, sino también el haber sabido transmitir sus conocimientos e inculcar ilusión e interés por las plantas y la jardineria.
ResponderEliminarEl paraje es conocido como Valleherboso y se encuentra en el término municipal de Menasalbas (Toledo)
Muy buen articulo recomiendo este blog para continuar informandonos de la importancia del mundo de los jardines
ResponderEliminarMuy buen trabajo
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