Hay que fastidiarse, toda la vida suspirando impaciente porque mi jardín fuera un bosque, y ahora que tengo un bosque no dejo de admirar jardines esteparios donde la planta más alta no sobrepasa la rodilla. Para muestra otro ejemplo de jardín que saca todo el partido del paisaje semidesértico que le rodea en lugar de recluirse sobre sí mismo y aislarse de él. Haciendo un uso mínimo de recursos, apoyándose en muros de contención y senderos de hormigón tosco como su clima, espacios delimitados con borduras de acero corten y plantaciones adaptadas a la aridez de la zona, el jardín genera una sensación de continuidad con el paisaje infinito que se extiende a sus pies. Al final, en lugar de un jardín, los arquitectos han entregado a los propietarios un desierto para ellos solos.
El proyecto es obra del estudio de paisajismo de Christine Ten Eyck. La firma, con sedes en Phoenix, Arizona y Austin, Texas, está especializada en el diseño de jardines adaptados a un clima de dureza de pedernal y ya cuenta en su haber con varios premios ASLA.
Fuente: Ten Eyck
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