sábado, 15 de noviembre de 2014

Bordura Inglesa en el Real Jardín Botánico de Madrid

En algunos jardines botánicos a veces me he sentido algo aturdido. Tanta especie, tanta variedad, tanto cartelito, semejante batiburrillo de colecciones. A ver, no lo estoy criticando, faltaría más. Un jardín botánico debe tener una componente de investigación y coleccionismo que le haga merecedor de tal nombre, pero eso me lleva a que en ellos a veces me siento más cercano a un vivero que a un jardín. Mucha planta, mucha idea, mucha información, mucho jardín pero poca jardinería. Vaya por delante que nunca he tenido esta sensación en el Real Jardín Botánico de Madrid. Posiblemente porque su corte clásico de estricta geometría, su ornamentación y sus ancianos y enormes árboles, aportan una estructura que impone su orden sobre las plantaciones. Este verano regresé por primera vez en mucho tiempo al Botánico de Madrid, y según entré me dirigí a la carrera a la Terraza de los Laureles diseñada por Fernando Caruncho. Era una especie de deber que tenía hace tiempo, porque mira que es difícil disfrutar de jardines de este hombre, que mayoritariamente ha trabajado para particulares, y el que tengo a tiro de piedra aún no lo había visto. ¿Alguien se imagina que en un proyecto de Caruncho pueda haber algo de desorden o saturación? Más bien no, ¿verdad?. Pues en efecto, aquí desde luego no la hay. El espacio acondicionado para la colección de bonsais del Botánico es una maravilla, a la que también me gustaría dedicar una entrada. Pero a lo que iba. Salía yo del paseo de olivos que continúa la terraza de los laureles, algo loqueado con mi cámara de fotos, jurando en hebreo por lo difícil que es hacer fotos en condiciones con el sol cegador de Madrid a media tarde del mes de Julio cuando de repente, sin previo aviso empecé a sentir una especie de cosquilleo. Y es que de repente me encontré rodeado de Rudbeckias, Miscanthus, Euphorbias y hasta Kalamagostris x acutiflora, en algo que no parecía en absoluto la típica plantación ordenada de acuerdo a criterios taxonómicos o geográficos. Más o menos debía andar pensando algo como pero bueno, qué bonito es esto, que buenas combinaciones, si parece una bordura inglesa... cuando zas, me di en los morros con el siguiente cartel

"Aprovechando la luminosidad y la forma alargada y estrecha de estos parterres, durante la primavera de 2007, se llevó a cabo la plantación de una bordura inglesa diseñada por Richard Bisgrove (Universidad de Reading), de la cual hoy podemos contemplar los resultados. Las distintas especies se repiten en proporciones variadas para dar color a lo largo de todas las estaciones del año. Por ejemplo encontramos Helleborus orientalis para el invierno, Papaver orientalis e Iris Pallida para la primavera, Coreopsis verticillata para el verano y Ceratostgma willmottianum para el otoño.

¿Qué es una Bordura Inglesa?
Se trata de un diseño típico de la jardinería anglosajona, consistente en la combinación de distintas especies vegetales en función de sus formas y colores, fechas de floración y follajes. El objetivo es crear un patrón que aporte continuidad visual a lo largo de los estrechos parterres."

En aquel momento pensé que soy la leche, porque tanto leer y escribir de estas cosas y no me entero de que tenemos una bordura inglesa en Madrid, y que para más inri ha diseñado un experto en la obra de William Robinson y Gertrude Jekyll. Será que soy un despistado. Será. Pero también podemos buscar en internet y ver cuánta información hay publicada sobre este arriate. Busquen, busquen, verán. El primer artículo que he encontrado es el de la revista Verde es Vida publicado este verano, que curiosidades de la vida, se publicó poco más o menos en las mismas fechas en las yo que me topaba con la bordura inglesa. Pero bueno, la bordura allí está, y de verdad que merece la pena. 
Como decía, Richard Bisgrove, antiguo profesor de la universidad de Reading es experto en la obra de William Robinson y Gertrude Jekyll y entre sus libros publicados se encuentran William Robinson:The Wild Gardener The Gardens of Gertrude Jekyll. Además de profesor y escritor es experto en restauración y mantenimiento de jardines históricos, y a él y a los responsables del Botánico hay que agradecer que podamos disfrutar en tan histórico jardín de una plantación que responde principalmente a criterios estéticos. En la entrada que publiqué hace tiempo sobre Gertrude Jekyll comentaba que esta diseñadora había lanzado al estrellato los arriates o borduras herbáceas, y que algunos de ellos, como el de su mansión en Munstead Wood, medían hasta 70 metros. Bien, en cuanto a tamaño Bisgrove a superado con creces a su autora de cabecera, porque la bordura del Botánico se extiende a lo largo del paseo de Gómez Ortega o Terraza de las Estatuas, una de las avenidas  del jardín que discurren paralelas al Paseo del Prado, a lo largo de casi 300 metros. En esos casi 300 metros, la bordura o borduras, porque en realidad son dos, flanquean los dos extremos de la calle. Igual que Jekyll se aprovechaba de la estructura arquitectónica creada por Lutyens, Bisgrove se ha apoyado en la estructura que crearan hace ya más de doscientos años Francesco Sabatini y Juan de Villanueva. La bordura más ancha se encuentra en la separación entre dos de las tres terrazas del Botánico, y se distribuye en dos alturas estructuradas mediante un murete de contención y un seto al fondo. El otro lado, mucho más estrecho, discurre a lo largo de la orilla opuesta de la calle. Y aquí, Bisgrove ha buscado conseguir exactamente lo que al principio de la entrada yo decía echar en falta en algunos botánicos: un sentido global para la plantación, un criterio estético que la articule. En este caso los criterios estéticos son fieles a las ideas que han sustentado a las borduras inglesas durante tantos años: agrupaciones por color y la búsqueda de que el interés de la plantación se alargue durante gran parte del año. Bisgrove lo logra mediante el uso de 150 especies de vivaces y alguna variedad de arbustos, organizadas en pequeños grupos que se entrelazan y que permiten que a lo largo de cada metro de la bordura y cada mes del año haya especies responsables de mantener el interés en la composición. He de decir que yo he visitado el jardín dos veces. Una a mediados de julio y otra a finales de agosto, y la bordura lucía mucho más en la primera. Se me está escapando el otoño, intentaré pasarme por allí en invierno y no perdonaré la visita de primavera, donde sin duda debe lucir espectacular.

 






























8 comentarios:

  1. Yo la vi por primera vez el año pasado y me gustó mucho. Lo que no sabía era por quién había sido diseñada, no me topé con ese cartel. Interesante la información y muy bonitas las fotos.

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    1. Gracias Lisa, me alegro de que te haya resultado de interés. Un saludo

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  2. Trabajé una primavera en el RJB y charlé un par de veces con el jardinero encargado de cuidar esa bordura. (Cada zona tiene un encargado) No recuerdo su nombre, pero te puedo decir que vale la pena conseguir que te enseñe el las plantas. Sabe un montón y es de los que presumen, con orgullo, de que son jardineros.
    Me enseño las diferentes variedades de Ceratostigma y como reproducirla a partir de la semilla.

    Es realmente un espacio muy agradable de recorrer.

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    1. Jo, pues qué envidia. Lo de hablar con el responsable o el diseñador de un jardín, con un jardinero de los de verdad vamos, es una experiencia de lo más enriquecedora. Yo la he disfrutado en tres ocasiones, y en las tres he aprendido más que en meses de lecturas. Y hablando de esto, a ver si para la primavera o el verano que viene tengo la oportunidad de que me enseñes vuestro jardín :-)
      Un saludo

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    2. Si. En primavera te lo enseño con mucho gusto.
      Un saludo

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  3. Precioso! En la escapada que hice el año pasado en Octubre para ver las dalias (que estaban ya justitas) en esa bordura apenas quedaba flor, pero sí mucha belleza.
    Tienes razón, los botánicos pueden abrumar y hay que visitarlos a menudo, cuando es posible, para descubrir (y disfrutar) poco a poco cada rincón. Cuando visito el Botânic de Valencia, a veces pienso ¿pero esto estaba aquí la última vez que vine? y, a juzgar por su porte, está claro que sí :-). Tal vez eso quiere decir que siempre tienen algo que ofrecernos, lo que los hace doblemente atractivos.
    Muchas gracias, como siempre, por tu aportación y esas bellísmas fotos. Un abrazo.

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    1. Es verdad lo que comentas sobre estos jardines que siempre te ofrecen alguna novedad. Novedad que puede llevar plantada siglos... lo que en el caso del Botánico de Madrid no tiene por qué ser una exageración :-)
      Me alegro de que te haya gustado la entrada.
      Un abrazo.

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  4. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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