Nuestra parcela mide casi una hectárea. Exactamente 9.996 metros cuadrados, un rectángulo de 147 por 68 metros repleto de robles en fuerte pendiente. Un espacio chiquitín para las ideas de jardín que bullen a su aire y sin pedir permiso por mi cabeza. Una superficie desmesurada para el jardín que somos capaces de desarrollar y mantener. Por las noches me acuesto preocupado porque nos estamos quedando sin espacio para nuestra colección de abetos cuando en realidad hay trozos de la parcela que apenas hemos pisado. Soñar es gratis, pero plantar y mantener árboles no. En fin, aunque suene a consuelo barato, soy de los que creen que en el viaje es más interesante el camino que el destino, así que por mi parte, me basta con que el jardín real siga dando pasitos hacia el imaginario. De hecho, con muchos de los jardines que salen en este blog tengo una curiosa sensación: son obras de arte, son preciosos, son inspiradores... pero si mi jardín tuviera su grado de madurez creo que me aburriría como una ostra. Algunos son tan redondos, tan perfectos, tan rotundos, que no dejan ningún margen a la intervención. Jardines contémplame y no me toques. Además muchos de ellos son inaccesibles hasta para mi imaginación. Su tamaño y riqueza de medios los dejan sólo al alcance de entidades o particulares muy acaudalados. Jardines de los que extraigo detalles e ideas, jardines que me enseñan pero que no pueden inspirarme como conjunto. Con el jardín de esta entrada no me pasa ni lo uno ni lo otro. Aún en su perfección me parece un jardín tremendamente vivo y sujeto al cambio, y aún en su espectacularidad es asequible (para una imaginación muy optimista y generosa, claro). Una hectárea y media, sólo algo mayor que nuestra parcela, y diseñado y plantado en exclusiva por un matrimonio en una labor incansable de veinte años. No creo que mi mujer y yo lleguemos a esto ni en veinte ni en cincuenta años, pero me conformaré con cada pasito que nos acerquemos a algo así.
El jardín está situado en la pequeña población de Saint-Biez-en-Belin, en la región de Loira, cerca de Le Mans y no tiene desperdicio. En una superficie de hectárea y media acumula unas 3.800 especies y variedades de árboles, arbustos, vivaces, bulbos y anuales. Podría pasarme (de hecho me paso) minutos con cada foto que aparece en su web jugando a identificar especies. 3.800 especies en un jardín que nació en 1987 y se doctoró en el 2007, cuando obtuvo el premio de mejor jardín de Francia. 3.800 especies en veinte años implican una introducción media de 190 especies al año. Como no creo que la plantación de nuevas especies haya sido uniforme en el tiempo, me imagino la locura de diseño y plantación que han debido ser algunas temporadas de este matrimonio. Y luego mi mujer me dice que estoy obsesionado (impresionado dice mi hija) si planto veinte nueves especies y variedades en un año.
Michel and Sylvie Berrou es la pareja propietaria y autora del jardín. No he encontrado mucha información sobre sus vidas, pero de acuerdo a los extractos de su libro que he podido ver, todo parece que apunta a la típica historia de la pareja urbanita que un buen día se aburrieron de las angustias de París y fueron a parar a una propiedad con una casa de campo achacosa rodeada de bosques. Cómo llegaron de eso a lo que tienen hoy en tan solo veinte años es algo que todavía me cuesta entender, y más aún después de leer que lo mantienen ellos mismos sin contar con un equipo de jardineros. Se ve a la legua que los Berrou tienen el gusanillo del coleccionismo de plantas, que son los que los ingleses llaman plantsman, pero además tienen un talento excepcional para la composición de jardines. El jardín está articulado alrededor de una serie de caminos y claros serpenteantes y amurallados por plantaciones masivas de árboles y macizos espectaculares de arbustos y vivaces que ocupan hasta el último milímetro. El jardín está en Francia pero es muy poco francés. Con sus caminos sinuosos, sus plantaciones informales, sus estanques, su pérgola y sus esculturas románticas, tiene mucho más de jardín inglés. El toque más moderno del jardín lo pone la zona de setos redondeados de los que nacen un bosquete de abedules. La casa de piedra, techos de teja y contraventanas de madera, donde viven los Berrou, incrementa el aspecto campestre y asilvestrado del jardín. El jardín está abierto al público y cuenta con un vivero, como no podía ser de otra manera, porque no me parece que haya forma humana de mantener algo así sin contar con tu propio vivero.
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