Mien Ruys (1904 - 1999)
La historia avanza (por desgracia no siempre hacia delante) gracias a singulares azares en los que se aúnan el genio y la oportunidad. Momentos en los que una capacidad innata y las circunstancias que la potencian se entrecruzan. Para que nos entendamos: ¿cómo sería ahora mismo la historia de la música si en lugar de ser hijo de un compositor a Mozart le hubiera tocado ser hijo de, digamos por ejemplo, un carpintero?. Podríamos dar miles de ejemplos y sin ir más lejos creo que no es muy arriesgado asegurar que debemos eso que llaman la Nueva Ola de Perennes a uno de estos singulares azares. La historia actual de la jardinería es en gran medida como es porque una mujer del genio de Mien Ruys nació en una familia de viveristas. El padre de Mien Ruys, Bonne Ruys, era el dueño del vivero Royal Moerheim, situado en Dedemsvaart, una pequeña población de 12.000 habitantes al noreste de Holanda, muy cerca de la frontera con Alemania. A pesar del pequeño tamaño de la ciudad y de tan temprana época, el vivero de los Ruys no era cualquier cosa. Fundado en 1888 había crecido poco a poco especializándose en el cultivo de perennes hasta llegar a ser una de las principales referencias de toda Europa en su especialidad. Desde muy joven Mien Ruys usó los medios que le ofrecía semejante campo de experimentación para alimentar su capacidad creativa, parece que más interesada siempre en experimentar con las posibilidades del diseño con plantas que en los procesos de producción propios de un vivero. Pero además de experimentar y colaborar en el negocio familiar, Mien tuvo una sólida formación: primero estudió arquitectura del paisaje en Berlín, y con solo 23 años se mudó a Inglaterra para trabajar en la empresa constructora Wallace e hijos. No se disponen de demasiadas referencias sobre su etapa en Inglaterra, pero sí parece claro que allí tuvo la oportunidad de conocer a Gertrude Jekyll, la estrella de la jardinería del momento. A su vuelta a casa, continuó sus estudios, aunando formación botánica en el Jardín Botanico Dahlem en Berlin con formación técnica en la facultad de arquitectura de Delft. Al mismo tiempo continuó sus pruebas de campo en los terrenos paternos, y ya en 1927 había plasmado la influencia recibida de los paisajistas ingleses con la creación de un enorme arriate de estilo inglés. El espacio para sus trabajos en Moerheim consistía en un camino recto que iba desde la casa de sus padres hasta una zona con frutales, y otro camino que cortaba al anterior perpendicularmente. En el cruce de ambos construyó un estanque cuadrado y a su alrededor y bajo los árboles creó una serie de espacios donde se dedicó a experimentar sobre la plantación con perennes. Sus primeros experimentos fueron un fracaso, las plantas elegidas no eran adecuadas para el terreno ácido del que disponía y en su mayor parte murieron. Aquí ya dio las primeras muestras de su genio, porque en lugar de hacer lo que habría hecho la inmensa mayoría de fanáticos por las plantas, que es entablar una lucha sin cuartel y condenada a la derrota contra el terreno para modificar sus características, Ruys decidió dejar de lado las plantas que fracasaron y siguió experimentando con nuevas especies hasta dar con aquellas con capacidad para desarrollarse en su terreno. Sus estudios universitarios y sus pruebas de campo pronto la llevaron a lanzarse al mundo profesional como arquitecta paisajista, convirtiéndose probablemente en la primera mujer que tuvo una carrera profesional exitosa en el mundo de la jardinería.
En los trabajos de Mien Ruys pronto se plasmaron una mezcla armoniosa de influencias y estilos que fueron la clave de su éxito. Admiradora de Gertrude Jekyll y William Robinson, sus primeros trabajos reflejan el estilo de plantación naturalista, que en el continente también recibía el empuje de Karl Foerster, viverista y jardinero alemán de gran prestigio que además fue amigo de Bonne Ruys. Pero su trabajo siempre fue mucho menos tradicional que el de aquellos autores. Su obra siempre estuvo mucho más influenciada por ciertas tendencias modernistas que por un movimiento de retorno a un pasado bucólico como era el Arts and Crafts. En el libro Paisajistas que han creado escuela, Andrew Wilson señala a Ruys como el nexo de unión entre la jardinería basada en plantas de Inglaterra, las tradiciones horticulturales de Holanda y las tendencias modernas de gran parte del continente. Tampoco es de extrañar, dada la formación tan variada y cosmopolita que tuvo y los profesionales con los que enseguida colaboró. Al principio su obra estuvo centrada en pequeños jardines privados, pero después, en el movimiento de reconstrucción que siguió a la Segunda Guerra Mundial, comenzó a colaborar en el diseño de espacios públicos de mayor tamaño. Ruys formó parte de la corriente de arquitectura liderada por grupos de arquitectos como 'De 8' (el 8) en Amsterdam o 'Opbouw' (Construcción) en Rotterdam. Estos grupos abogaban por el funcionalismo y por la implicación de los arquitectos con las necesidades de la sociedad. Para estos arquitectos era preferible construir algo que sea útil, aunque sea feo, que construir atendiendo sólo a criterios de belleza y exhibicionismo que conducen a costes innecesarios y la inutilidad. Por suerte para la evolución de la jardinería, entre estos arquitectos se coló Mien Ruys que complementó tan práctica y fría visión de su oficio con su espíritu marcado por el amor a las plantaciones y el ansía de recuperar y sentir la naturaleza. Así, la obras de Ruys se volvieron más esculturales y arquitectónicas bajo la influencia del funcionalismo, pero nunca dejó de lado las plantaciones exuberantes. Sus jardines representaban la confluencia de la linea holandesa e inglesa, la unión de aspectos del naturalismo con aspectos del modernismo, un punto de inflexión que explica la enorme influencia posterior que tuvo su obra.
Los diseños de Mien Ruys destacaron por su claridad y simplicidad, por la creación de espacios abiertos y trasparentes incluso en jardines de pequeño tamaño, por el control geométrico patente en el empleo de formas cuadradas, rectangulares y circulares. Pero todas estas características funcionales siempre vinieron acompañadas por el uso exuberante de perennes, por espectaculares asociaciones de plantas, que para ella no eran un elemento únicamente decorativo, sino una forma fundamental de experimentar la naturaleza en el jardín. Para su compatriota Piet Oudolf, Ruys fue la primera paisajista en Holanda que abandonó el discurso monotemático del diseño para empezar a hablar sobre las plantas y plantaciones. Pero a pesar de estas plantaciones, sus jardines no llegaron a tener el aspecto de los típicos jardines campestres británicos, su obra destacaba por el empleo de líneas limpias y cierto minimalismo en el que enlazaba la tradición de diseño escandinavo con el estilismo japonés. En algunos jardines predominaba el formalismo y en otros el naturalismo, pero siempre con una integración armoniosa de materiales duros y materiales blandos representados en las plantaciones de perennes. Entre los materiales duros fue innovadora en el uso de algunos que ahora nos parecen de lo más común, como las traviesas de ferrocarril para pequeños muros de contención o las losas de hormigón lavado como pavimento. También usaba de manera habitual esculturas y ornamentos como puntos focales. Otra aportación novedosa y más compleja de su obra fue el empleo de caminos y terrazas ubicados en un ángulo oblicuo respecto a los edificios principales, ángulos con los que buscaba el empleo óptimo del espacio y la generación de contraste. Al final de su carrera abandonó el ángulo oblicuo y regresó al empleo de la línea recta y la formas cuadrangulares de setos recortados contra los que de nuevo ejercían un fuerte contraste exuberantes plantaciones de perennes. Cualquiera que haya visto fotos del jardín particular de Piet Oudolf, ya sabe de dónde sacó la inspiración. El empleo de setos también fue su principal herramienta para dividir los arriates en macizos más pequeños que le permitían controlar grupos vegetales complejos. Pero siempre con un equilibrio, porque Ruys, aunque era una amante de la plantas era capaz de renunciar a ellas, supeditando la variedad al uso selectivo y artístico. De hecho, se puede decir que Ruys tenía mayor interés en las formas individuales de las plantas que en los grandes macizos decorativos, en el contraste de grandes setos recortados de boj, tejo o carpe con plantaciones de estructura libre y orgánica, el contraste de la horizontalidad de los setos con las verticalidad de los enhiestos tallos y espigas de sus plantas. Lo que Gertrude Jekyll fue al color, Mien Ruys lo fue a la forma y a la textura, y hay críticos que dicen que fue una auténtica escultora de plantas.
La jardinería es un arte efímero, y si todavía podemos disfrutar de la obra de Mien Ruys es gracias a su fundación que desde 1976 mantiene abiertos al público los resultados de toda una vida de experimentación, el jardín Tuinen Mien Ruys. El jardín contiene 28 modelos de jardines basados en los jardines creados en su día por Ruys para estudiar la combinación de principios estéticos, ecológicos y horticulturales en plantaciones, y también como escaparates que promocionaran las ventas en el vivero paterno. A lo largo de los diferentes espacios se puede observar la que fue la evolución de la obra de Mien Ruys. La fundación no se limita a mantener un jardín, sino que es un proyecto vivo en el que, siguiendo los pasos de Mien, se dedican a experimentar con nuevas plantaciones y a transmitir sus descubrimientos a través de publicaciones, lecturas, cursos y conferencias. En definitiva, la fundación trabaja en la ampliación del conocimiento y el interés de la arquitectura paisajista, la plantación y el mantenimiento de jardines. A pesar de esta experimentación, los jardines más antiguos donde Mien Ruys comenzó a experimentar con plantas amantes del sol y de la sombra son mantenidos en su estado original y tres de ellos han sido catalogados en Holanda como monumento nacional. También se cuidan para mantenerlos tal y como los creó la autora varios de los jardines creados justo después de la Segunda Guerra Mundial, buenos ejemplos de la jardinería que seguía los principios y estilo del funcionalismo. Una suerte de justicia para una autora que pese a estar influenciada por Gertrude Jekyll y William Robinson, hubo una lección que no aprendió de ellos: el poder de la palabra escrita, sobre todo cuando esta palabra está escrita en inglés. Aunque fundó un periódico llamado Onze Eigen Tuin (Nuestro Propio Jardín) y escribió un par de libros, la inmensa mayoría de sus escritos sólo se publicaron en holandés y nunca fueron traducidos al inglés. Creo que esta es la causa de que Mien Ruys haya sido mucho más conocida por los paisajistas a los que influyó (estrellas del nuevo movimiento de perennes como Piet Oudolf y James van Sweden), que por su propio trabajo.