miércoles, 20 de enero de 2016

Un Jardín Bello en Invierno

Recordábamos por aquí hace poco lo que dijo hace no tan poco Jacques Wirtz: un jardín que no es bello en invierno no es un bello jardín. Y como cada invierno ando de nuevo dándole muchas vueltas al asunto. Es el principal inconveniente de que el mal tiempo no te deje practicar la jardinería. Te da tiempo a pensar mucho. Tampoco ayuda que el invierno pase como una apisonadora dejando al aire las vergüenzas de todo jardín y en especial del mío, del que me temo que sigue adoleciendo de elementos estructurales que lo vertebren. En mi búsqueda de inspiración para solucionarlo esta semana me he acercado a ver un jardín que conocí muy bello hace un par de primaveras. Me preguntaba si cumplía el axioma de Wirtz, y desde luego que lo hace. 
El jardín en cuestión es un jardín diseñado por Miguel Urquijo y Renate Kastner y se encuentra en un paraje excepcional de la sierra de Madrid, adyacente a un molino rehabilitado a orillas de un río y rodeado por prados, bosques de robles adehesados y montañas. El paisaje es una delicia para los propietarios y una complicación adicional para el jardinero. Porque si lo que te rodea es feo o si dispones de un espacio cerrado puedes permitirte diseñar un jardín ensimismado, pero en un paisaje como el de este jardín, es casi una obligación moral abrir el jardín al paisaje. Y embellecer lo feo tiene su complicación, pero integrarte en lo magnífico ya impone partir al menos de ese nivel. Miguel y Renate lo consiguen creando un jardín abierto en lo físico y cerrado en lo emocional. ¿Hortus Conclusus et Apertus?. Me explico. El jardín logra el objetivo que sin duda sus autores se propusieron de integrar el jardín en el paisaje y de hecho tan solo un bajo muro de piedra lo protege de la vacas que pastan en su exterior. Pero dentro del jardín es muy poderosa la sensación de estar en un espacio emocionalmente distinto, de encontrarte en un lugar que no sólo integra sino que potencia las cualidades del paisaje, que despierta emociones que por si sólo el campo adyacente no activaría. Yo me he comido un trozo de tarta en ese jardín y doy fe de que es así. ¿Cómo se consigue esto? Pues es complicado resumirlo. Si fuera capaz de sintetizar toda la experiencia que sustenta este jardín estaría diseñando jardines y no escribiendo esto. Pero intuyo que no hay fórmulas maestras y sí maestros que formulan. Y a través de sus fórmulas son capaces de destilar, sintetizar y enfatizar. Destilar la esencia del paisaje y la esencia del jardín que debe crecer en dicho paisaje. Sintetizar dicha esencia en elementos, vegetales o no, que serán capaces de potenciar esa esencia volátil hasta despertar un impacto emocional en el espectador. La idea general no es nueva a la historia del arte. Por poner un ejemplo representativo, ¿acaso no fue capaz Monet de representar con unas cuantas pinceladas el amanecer en un puerto brumoso mejor que con la mejor de las fotografías? Impresión, soleil levant, lo llamó. Y los críticos de su tiempo le dieron de todos los colores, cuando los artistas llevaban haciendo lo mismo a través de distintas técnicas desde tiempos inmemoriales. Impresión, me zampo un bisonte, podría haber llamado a sus pinturas en la cueva de Altamira aquel artista paleolítico. Impresión, pedazo de paisaje nos rodea, podría llamarse este jardín. Qué sencillas aquellas pinceladas y qué difícil este destilar, sintetizar, enfatizar. Cuánto oficio esconde, cuántas horas de darle a la cabeza tratando de discernir qué jardín quiere el propietario, qué jardín quiere el propio diseñador y qué jardín nos exige el tiránico Genio del Lugar. Intuyo que hay que escuchar mucho para averiguarlo, tener mucho cariño hacia lo que haces y un espíritu abierto.  Miguel me enseñó hace un par de años este jardín. Diría que pasamos bastante más tiempo charlando en las praderas que rodean la casa que en su jardín. Y diría que había bastante más emoción cuando me hablaba de la riqueza botánica de estas praderas que cuando me presentó su jardín. Posiblemente por ahí se empieza. 
Pero por muy metafísicos que nos pongamos al fin un jardín se concreta en una serie de elementos tan concretos como las pinturas que estampó sobre su lienzo Monet. En este caso el lienzo es un pequeño espacio en la trasera de un molino. El marco un muro de piedra oculto tras un seto de tejo recortado en formas orgánicas entre el que sobresalen algunos abedules. Y para sus dibujos Miguel y Renate optaron por utilizar una paleta de pinturas muy acotada. Si no me equivoco tan solo 4 especies forman las plantaciones que serpentean por el jardín: Stachys bizantina, Dianthus gratianopolitanus y alguna variedad de lirio y brezo que desconozco. El mosaico de color y luz de esas plantaciones allá por el mes de mayo es fantástico. Tan fantástico que podría decir que no vi el marco de la plantación cuando estuve allí. Bueno, verlo lo vi, porque de hecho recuerdo haber hablado sobre ese tejo y esos abedules con Miguel, pero mi atención no estaba allí. Mi atención estaba en las combinaciones de color y textura de todos esos lirios, clavelinas, brezos y "orejas de cordero", en tratar de imaginar cómo serían con la luz tangencial del amanecer. Pero con la llegada del duro invierno castellano, ya no hay ni rastro de los lirios, las clavelinas y los stachys no lucen sus mejores galas y sólo los brezos se atreven a florecer. Ya no hay distracciones y ahora es cuando el esqueleto del jardín se muestra en una estética mucho más reducida y arriesgada. Ahora es cuando lo que he llamado marco entra en juego. Los tejos recortados en curvas nada geométricas y los abedules multi-tronco nos refieren a las montañas y las colinas que rodean el jardín, reflejan la vegetación típica de la zona y en definitiva invitan al paisaje a entrar en nuestro jardín. Pero al mismo tiempo y de manera paradójica, esos mismos tejos que ocultan el muro aportan al jardín un ambiente de seguridad, eliminan la sensación de protección precaria que un muro bajo nos daría. Los abedules y algún fresno que se ha respetado integrado en el muro, actúan como puntos focales que nos guían y nos ayudan a percibir el espacio. Y al mismo tiempo, a la vez que ocultan el muro, crean una textura de fondo que viste el jardín. Sin ellos las vivaces, posiblemente siempre, pero muy especialmente en esta época tendrían un aspecto desangelado. Pero en esta época tienen una función aún mucho más importante: su presencia permite capturar los rayos de sol que de otra forma atravesarían el jardín sin mayor gloria. Como leí una vez en un libro de Dan Pearson, sin ellos la luz sería vista pero ignorada. Así es, la luz capturada entre los troncos de los abedules en esta época del año es un espectáculo que no se puede desaprovechar. Hay más cosas que no han sido dejadas al azar, como la configuración de los caminos, las rocas que aparecen dispersas entre las plantaciones y otros elementos decorativos, pero voy a dejarlo aquí no la líe más. Porque Miguel Urquijo es una persona que aunque vaya por delante siempre me ha tratado con la mayor amabilidad, tiene la capacidad de desazonarme con facilidad. Uno cualquiera de sus comentarios puede bastar para darme cuenta de que mis conocimientos en jardinería muchas veces están cogidos con alfileres. Pero es una desazón positiva, de esas que motivan a seguir estudiando, experimentando y aprendiendo. A seguir disfrutando, en definitiva.
Las fotos que incluyo no son muy allá, pero es que son fotos de vulgar paparazzi tomadas con un objetivo inadecuado en un momento inadecuado. Pero creo que pueden valer para hacerse una idea de todo lo dicho.   













Algunas fotos del jardín en la pasada primavera, para hacerse una idea de lo distintos que pueden ser los juegos de luz, color y texturas con el paso de las estaciones:







Y ya que he hablado tanto de la integración del jardín y el paisaje, no quiero dejarlo sin enseñar algo de lo que rodea al jardín.








Fotos en condiciones del jardín, en la página de sus diseñadores: Urquijo - Kastner


8 comentarios:

  1. Cómo nos tienes acostumbrados a tus post tan interesantes!! Felicitacioes!!

    ResponderEliminar
  2. really interesting post, and amazing photos...with lots of things to inspire. I especially liked the low ericaceae bed contrasting in texture with Stachys and Dianthus.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Thank you very much James. This garden is also very inspiring for me.

      Eliminar
  3. Sin duda un jardín que sirve de inspiración a todos. Muy bonito Miguel! Debe ser un placer pasearse por esos lares.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí lo es Marta, sí. Son paisajes preciosos que ahora en invierno tienen momentos muy especiales.

      Eliminar
  4. Un post muy interesante, como siempre, Miguel!! Conocía este jardín de Urquijo-Kastner por las fotos de su web y realmente me gusta mucho ver cómo se comporta en invierno, enseñando esos lazos tan profundos con el paisaje y una forma de belleza que tenemos que aprender a apreciar. La mano maestra de Miguel Urquijo y Renate Kastner se revela ahora más que nunca, como bien dices tú.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias Elita. En tu comentario has resumido a la perfección el sentido de lo que he querido escribir. Saludos

      Eliminar

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...