miércoles, 30 de mayo de 2012

Fe Ciega


Llegamos de madrugada a la parcela después de dos semanas sin pisar por allí. La última vez dejamos  los robles apenas despertando de su larguísimo letargo invernal, y hoy, en la oscuridad de la noche, ya se intuye que lucen su follaje a pleno rendimiento. La luz de la luna creciente no permite hacerte una idea de la magnitud de la explosión, no te prepara para la nube verde que inunda la casa cuando levanto las persianas a la mañana siguiente. Si yo no me había dado cuenta, mucho menos las niñas, que llegaron profundamente dormidas. Cuando se levantan, hacen que el fin de semana haya merecido la pena solo por ver su cara de asombro. La pequeña (tres años) opta por una descripción realista: 
-¡¡¡Cuantos árboles!!!
La mayor (cinco años) se desliza a través de la fe ciega por su padre hacia el realismo mágico. 
-Papá, ¿lo has hecho tú?

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