Cada vez me gusta más el Land Art como herramienta para despertar la sensibilidad del espectador hacia el paisaje. Esta corriente artística, se basa en el empleo de la topografía como soporte, materia prima y fondo de la creación artística. Mediante la modificación de una fracción, a menudo mínima, del paisaje a través de disciplinas como la escultura, la arquitectura y el paisajismo, se genera una obra capaz de generar una emoción plástica en el espectador, capaz de comunicar algo.
En el fondo sólo podemos decir que el concepto es nuevo es su definición y en su objetivo puramente estético que deja de lado la utilidad o el componente religioso, porque esto lleva existiendo desde que el hombre es hombre, como nos demuestran las líneas de Azca o los menhires de Stonehenge. De hecho, un camino, una vía de tren, un puente, o un simple claro abierto en mitad de un bosque pueden ser inmejorables ejemplos de Casual Land Art (ale, ya me acabo de inventar un término, voy corriendo a patentarlo)
En este caso, me ha llamado la atención la obra Siglo XX del escultor (o cantero, no sé cuál sería la mejor definición) alemán Ulrich Rückriem, ubicada en Abiego, Huesca. La obra está forma por veinte pilares de un metro de base y casi cuatro metros de altura clavados en el terreno, en una cuadrícula que no tiene nada de aleatoria. La situación de las columnas permite que la relación entre ellas varíe radicalmente a medida que nos movemos, hasta el punto de que desde la distancia del campo abierto oriental, llegan a parecer un muro compacto, "un zócalo que soporta el horizonte", que se abre a medida que nos acercamos a él.
La obra forma parte del proyecto Arte y Naturaleza del Centro Arte y Naturaleza de la Fundación Beulas. En el proyecto, "se han creado varias intervenciones artísticas en lugares escogidos de la provincia, constituyendo una colección itinerario". La idea me parece estupenda, porque si una obra de Land Art es capaz de despertar la sensibilidad del espectador hacia un paisaje concreto, un itinerario podrá despertar la sensibilidad del viajero hacia el paisaje de toda una provincia. Cada una de las siete intervenciones en el paisaje que forman el proyecto, es obra de un artista distinto: Per Kirkeby, Richard Long, Siah Armajani, Fernando Casás, David Nash, Alberto Carneiro y el ya mencionado Ulrich Rückriem. El conjunto una colección a cielo abierto que invita a recorrer el territorio oscense.
Con esta obra podemos entender qué persigue el Land Art. El paisaje ya estaba ahí, los olivos, los almendros, el fondo montañoso. Toda España es una sucesión de paisajes como éste, pero aquí el artista es capaz de despertar nuestro interés por este espacio concreto, nos obliga a enfrentarnos a él, nos anima a dejarnos seducir. Las montañas parecen más montañas, los campos de cultivo de almendros parecen colocados a propósito, hasta la pradera donde se levanta pasa de ser un simple erial a ser una alegoría de una tierra antiquísima que lleva siendo arañada por el hombre desde que éste existe. ¿No?. Bueno, igual le estoy dando demasiadas vueltas, pero me resulta muy bonito.
Fuente: Centro de Naturaleza y Arte