La jardinería es un proceso muy duro para alguien con cierta tendencia al coleccionismo de árboles y una afición desmedida por plantar. Por un lado, cualquier mínima ambición estética exige un proceso de renuncia constante. No puedes plantar todo aquello que te gustaría porque siempre tendrás limitaciones estéticas, de espacio y de mantenimiento. Así que te puedes olvidar del coleccionismo. Y tampoco podrás dedicarle todo el tiempo que quieres a la plantación porque un jardín requiere un trabajo ingente de eso que Gabriel García Márquez me imagino que llamaría la carpintería de la jardinería. En el documental La Escritura Embrujada el premio Nobel decía:
La escritura de ficción es un acto hipnótico. Uno trata de hipnotizar al lector para que no piense sino en el cuento que tú le estas contando y eso requiere una enorme cantidad de clavos, tornillos y bisagras para que no despierte. Eso es lo que llamo la carpintería, es decir es la técnica de contar, la técnica de escribir o la técnica de hacer una película. Una cosa es la inspiración, otra cosa es el argumento, pero cómo contar ese argumento y convertirlo en una verdad literaria que realmente atrape al lector, eso sin la carpintería no se puede.
Pues bien, con la jardinería pasa exactamente lo mismo. El objetivo final de un buen jardinero es atrapar al espectador, conseguir que el jardín despierte en él un sentimiento estético, de paz, de retorno a la naturaleza o de lo que se proponga el jardinero, pero sin que se perciba todo el trabajo que hay detrás de ese resultado sensible. Sobre todo porque si el trabajo es perceptible, es muy probable que el sentimiento desaparezca. Y todo el trabajo que hay detrás de ese resultado es la técnica de la jardinería, la carpintería de la jardinería, que permitirá hipnotizar al espectador. Y dentro de esta carpintería la plantación sólo es un pequeño porcentaje, perdido en el mar de tareas de diseño, planificación, construcción, limpieza y mantenimiento. En el caso de nuestro terruño con aspiraciones de jardín, por cada hora que dedicamos a plantar, hemos dedicado al menos otras veinte a limpiar maleza, abrir caminos, hacer movimientos de tierra y piedras, colocar borduras, instalar sistemas de riego y gestionar un montón de obras de albañilería, carpintería y herrería que nuestra habilidades y tiempo recomiendan que subcontratemos. Y si sumase todas las horas que dedicamos a pensar y discutir qué queremos y cómo lo queremos, las horas de plantación se convertirían en un epsilon pequeño y despreciable.
La técnica de la jardinería capaz de lograr jardines que hipnoticen al espectador cuenta con un sinfín de herramientas. Cosas tan complicadas como el uso proporcionado de los espacios llenos y vacíos o la combinación adecuada de plantas, y cosas tan sencillas como divisiones entre espacios limpias y claras a través de borduras o el uso de grandes macizos de una misma variedad. Resumir la técnica de la jardinería es tarea imposible y de hecho hay libros y libros dedicados a ello, pero sí podemos contar al menos con una lista de elementos imprescindibles, y una buena introducción a este listado es lo que el paisajista Anthony Paul ha llamado en su Web las capas del diseño.
Anthony Paul es un paisajista neozelandés con una trayectoria de 30 años a sus espaldas y jardines en gran cantidad de países. De formación autodidacta (dejó sus estudios de jardinería porque le parecían poco prácticos) aprendió trabajando como contratista y siguiendo la influencia de autores como Roberto Burle Marx, Russell Page, Mien Ruys, Ted Smyth o Thomas Church. Amante y fiel seguidor de la simplicidad elegante de estos autores, sus jardines son contenidos y simples, y la principal preocupación en sus diseños es lograr que se adapten al paisaje que los rodea. Paul lleva muchos años afincado en Inglaterra, pero una vez más podemos ver cómo el origen de un autor marca su obra, porque sus jardines carecen de la abundancia de flores y color típica de los jardines ingleses y en cambio emanan algo del equilibrio de los jardines japoneses y mucho de la exuberancia de los paisajes y bosques lluviosos de Nueva Zelanda. Hace años estuvimos en Nueva Zelanda y después de muchos días de recorrer sus carreteras en una enorme autocaravana mi mujer dio con la clave de nuestro asombro: este país parece un enorme jardín, dijo. Así es. Los paisajes de Nueva Zelanda son tan prístinos, pulcros y hermosos como un inmenso jardín diseñado por un ser todopoderoso. Quizás por eso Paul siente que al diseñar está rellenando un primer plano como un decorado mientras que el fondo está hecho por una mano mucho mayor que la suya. Para él, el escenario prestado da presencia y credibilidad a sus diseños. Además Anthony Paul me da la razón en eso de que la jardinería es un proceso de renuncia o simplificación. En el libro Paisajistas Que Han Creado Escuela, Andrew Wilson señala que para Paul la cuestión ¿qué hay que suprimir? es esencial. A través de su obra me imagino que Anthony Paul estará de acuerdo con los cuatro principios fundamentales de diseño que Thomas Church señala su libro Gardens Are For People: Unidad, Funcionalidad, Simplicidad y Escala. Y estos principios los consigue a través de sus 7 capas de diseño, las capas superpuestas a la estructura arquitectónica del jardín y que permiten darle personalidad y conseguir que sea un espacio especial. La carpintería de Anthony Paul:
- Plantaciones: parece claro que un jardín sin plantas no es un jardín (salvo que seas Marta Schwartz) y Anthony Paul enlaza con la corriente naturalista amante de las perennes de nuestros días. Pero él opta por jugar con una mínima paleta de colores y el uso de grandes macizos de mínima variedad de especies que permitan resaltar la textura de las plantas y reducir el coste de mantenimiento. En este sentido también es importante para él el empleo de plantas nativas o que al menos parezcan naturales en el entorno, como demuestra en su jardín en la Provenza dominado por enormes macizos de lavanda. Para Paul un jardín diseñado naturalmente ayuda a eliminar la sensación de estar en una lucha permanente contra el crecimiento desproporcionado y las malas hierbas, y en definitiva es tremendamente práctico, ya que opina que la reducción de las labores de mantenimiento sirven para disponer de más tiempo para disfrutar del jardín (sabia lección que me apunto)
- Agua: el empleo del agua es una constante en los jardines de Paul. Estanques y riachuelos naturalizados o estanques formales, surtidores y cuencos de inspiración japonesa, son empleados para dar vida al jardín y a menudo para ayudar a enlazarlo con el paisaje circundante.
- Terrazas de madera y muebles: las plataformas elevadas desde las que disfrutar el paisaje y las plantaciones exuberantes son un recurrente en la obra de Paul. Incluso muchos de sus caminos y escaleras son en realidad una secuencia de plataformas de madera entrelazadas. Y por supuesto el mobiliario de jardín es una necesidad si queremos disfrutar de él y jardines especiales requerirán muebles especiales. Por si las moscas Paul ha diseñado algunos como un tipo de banco ondulante que aparece una y otra vez en sus jardines.
- Iluminación: además de la obviedad de que la luz en el jardín amplía su uso a la noche, un empleo adecuado de la luz tiene un efecto estético indudable, y los juegos de luces y sombras con los árboles, plantaciones y restos de elementos del jardín pueden ser espectaculares.
- Macetas: ¿Por qué usar macetas si tienes espacio para plantar en pleno suelo? Pues no lo sé, puede que para aportar algo de vida en una terraza o patio, o para disponer de especies que debas resguardar en invierno, o simplemente porque sí, porque es innegable que el uso en el sitio justo de macetas de diseño da resultados geniales a la hora de resaltar, ordenar o dar escala a un espacio. Anthony Paul diseña sus propias macetas de madera, acero y hormigón.
- Piscinas: bueno, aquí no me enrollo porque me voy a permitir disentir. Yo no incluiría las piscinas como una capa de diseño de jardines y sí como parte de la estructura principal (el Hard Landscape), porque si nos ponemos a hablar de las piscinas habría que hablar también de las casas y esto no tendría fin.
- Esculturas: son una de las mejores herramientas para crear puntos focales que ayuden a resaltar espacios concretos, dirigir la mirada y generar recorridos. En esto Paul y su mujer Hannah Peschar son maestros, porque su casa y estudio están rodeados de un gran jardín que es al tiempo un parque de esculturas dónde están representados un gran número de artistas contemporáneos. Las plantaciones de Paul y los árboles de un señorial bosque son el fondo y el marco de una importante colección de esculturas. O las esculturas son el catalizador de un excepcional jardín, cómo se quiera ver. En cualquier caso, para Paul este jardín es su oasis de belleza y simplicidad. Y, qué ironía, a mí con su obra me resulta imposible ser contenido y simple y me temo que esta entrada se me ha ido de madre en texto y fotografías.
Fuente: Anthony Paul