Son ya unas cuantas las entradas de este blog dedicadas a proyectos de arquitectura y paisajismo destacables por su capacidad de integración con el paisaje en el que se han desarrollado. Proyectos en los que sus autores logran la elevada cualidad de la transparencia. Creo que fue con Paisajismo a favor del Paisaje con la que empecé la serie. El jardín de esta entrada es otro buen ejemplo, pero en este caso con el difícil condicionante de tener que hacerlo en un paisaje excepcionalmente particular. Tan particular que me obligué a escribir la entrada precedente como medio para entender y valorar su particularidad. Entre el océano Atlántico y la colosal Table Mountain, rodeado en tres de sus caras por el Fynbos, el más pequeño y rico de los reinos florísticos, se sitúa este jardín de tan solo 1750 metros cuadrados.
¿Qué hacer cuándo te rodea semejante paisaje? Quizás lo lógico sería cerrar la parcela tras fuertes setos, diseñar dentro el jardín que te plazca, y como mucho dejar un espacio para disfrutar de las vistas de la bahía y el puerto. La segunda opción es lanzarte a la locura de tratar de diseñar un jardín adaptado a semejante galimatías botánico. Encerrarte y aislar o abrirte y mezclar. Al arquitecto Antonio Zaninovic, al diseñador de interiores Lucien Rees Robert y al paisajista David Kelly (estos dos últimos del estudio Rees Robert + Partnerts LLC de Nueva York) deben gustarles los retos, porque optaron por lo segundo. De hecho, fueron más lejos de lo habitual, ya que su idea pasaba por enlazar el interior de la casa con el jardín y éste con el paisaje, tejer sin costuras el interior y exterior mediante el uso de colores, texturas, formas y plantaciones adecuadas. Arquitectura, interiorismo, jardinería y paisajismo en un único proyecto. En palabras de David Kelly, la idea es que cada disciplina informe a las demás de forma que crezcan juntas. Los resultados de semejante filosofía saltan a la vista.
La casa, diseñada por Antonio Zaninovic, como todas las que suelen aparecer por aquí: modernista con formas rectilíneas y líneas limpias. Se sitúa por debajo del nivel de la calle de entrada, lo que la da una gran privacidad, y se accede a ella a través de un patio de entrada en el que destacan un castaño del Cabo (Calodendrum capense) trasplantado de un jardín cercano y un estanque en forma de lámina de agua rectangular. El patio de entrada da privacidad y protege de los vientos, pero sobre todo hace de espacio de enlace que suaviza la transición entre la calle y el paisaje al que se accede a través de la casa.
La tranquilidad que trasmite la lámina de agua y el aroma de los arbustos, son como una bocanada de oxígeno calmante antes de entrar en la riqueza que rodea la casa. Porque una vez que entras en la casa ya no hay respiro, a tu alrededor se despliegan los elementos centrales del jardín, una espectacular piscina natural con una plataforma de madera, y sobre todo el paisaje del espacio protegido que rodea la casa. Y este paisaje rodea la casa y la piscina hasta sus mismos bordes, ya que dentro de la parcela un jardín de fynbos de desliza sobre su pendiente, integrando jardín y paisaje y devolviendo al espectador al espacio salvaje de la reserva natural y a las vistas sobre la ciudad y el océano. Para incrementar la sensación de integración con el entorno, las vallas defensivas están ocultas tras árboles podados para conseguir densidad.
El jardín, debía recrear la textura y riqueza del fynbos y para conseguirlo contaron con la ayuda del paisajista y botánico Marijke Honig, especialista en la flora de la zona del Cabo. Una plantación de este tipo no se podía permitir hacer simples agrupaciones de especies nativas, era muy importante recrear el tapiz de especies fuertemente entrelazadas que conforma en fynbos. Además de la complejidad del diseño, un jardín de este tipo implica importantes retos en el campo del mantenimiento, ya que las especies propias del fynbos necesitan el fuego para su regeneración, por lo que salvo quema controlada, que no creo que apliquen en una parcela de estas dimensiones, la única opción viable es mantener una política de replanteo de especies de forma que todo el jardín se renueve cada 4 años.
Honig también participó en la elección de las especies que se encargan de depurar el agua en la zona de regeneración de la piscina natural. El agua se bombea desde la piscina hasta un estanque superior que se extiende desde el interior de la casa al exterior, y desde el que el agua cae en una serie de cascadas para retornar a la zona de regeneración adyacente a la piscina. Todo este trasiego, que incluye una espectacular lámina de agua sobre la ventada de la sauna, permite oxigenar el agua, y este proceso de aireación, junto con la capacidad limpiadora de las plantas y el filtrado a través de un sistema de arena y grava, elimina la necesidad de emplear productos químicos... y supongo que da ese color verdoso tan sugerente (para los que les guste bañarse en un lago) que se ve en las fotos.
Fuentes: Rees Roberts + Partnerts LLC, Antonio Zaninovic, ASLA Awards 2010, Landscape Architecture Magazine Agosto 2011
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